Un buen hábito que puede comenzar a inculcarse a los niños y niñas en estas vacaciones de invierno, es la práctica de yoga. Algo que se puede hacer perfectamente desde la casa.
Una disciplina que sirve mucho después de que diversos especialistas han analizado los efectos que ha tenido el encierro por la pandemia de Covid-19 en los niños, entre ellos las alzas en los índices de estrés y ansiedad, además de una mayor tasa de casos relacionados a trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), lo que además implica mayores dificultades para concentrarse y la pérdida de habilidades sociales.
Aquí aparece el yoga como una herramienta milenaria que puede ser una alternativa. “Es una disciplina lúdica y llena de matices, que disminuye la ansiedad y los devuelve al juego, la concentración y el equilibrio”, afirmó a Práctico, Soraya Jacob Neder, psicopedagoga, instructora de la disciplina y autora del libro ¿Quieres aprender Yoga?, publicado por Planeta.
“Los niños viven hoy inmersos y bombardeados por demasiados estímulos y exigencias. Esa vivencia los descentra, los inquieta y con ella olvidan su esencia, que es simple y gozosa”. En ese sentido, el yoga, “les permite recordar que su cuerpo es entretenido y bello, y que moverlo y respirarlo es toda una aventura”, afirma.
Por su parte, Paula Bedregal, doctora especialista en Salud Pública y Pediatría, además de coordinadora de la unidad de Medicina Integrativa en la Red UC Christus, dijo que hacer yoga, “a todos les enseña a respirar en presencia plena, para reducir la ansiedad y angustia. Es muy simple y les ayuda mucho”. Además, explicó que “lo ideal es partir desde pre-escolar, como una actividad lúdica”.
¿Qué beneficios aporta el yoga en niñas y niños?
Según diversos estudios, y como también lo destaca la ONU, practicar yoga durante la infancia ayuda a:
- Una mejor postura corporal: promueve buenos hábitos en instancias tan cotidianas como sentarse, caminar, estudiar o hacer deporte. Su reiteración impactaría favorablemente en la rutina diaria.
- Una mejor autoestima: el autoconocimiento al que invita el yoga lleva a una aceptación de uno mismo, tanto de las virtudes como de los defectos.
- Mayor calma y relajación: el trabajo sensorial en torno a la respiración —el aire pesado entrando y saliendo del cuerpo— aporta mayor tranquilidad y relajo a niños y niñas.
- Concentración: ignorar los estímulos externos y las distracciones es parte del desarrollo del yoga. La capacidad de concentración aumenta y se puede trasladar a otros escenarios, como los estudios.
- Más diversión: Las dinámicas del yoga implican manifestaciones corporales que están asociadas a animales y elementos de la naturaleza, como imitar una rana, una mariposa o una serpiente.
Además, algunos estudios señalaron que sería beneficioso “para niños y adolescentes que padecen trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastorno del espectro autista, trastornos de la alimentación, ansiedad en general y social, así como para los que han sufrido exposición a eventos traumáticos”.
Una actividad que debe ser guiada
Por lo general, el yoga puede ser practicado por todos los niños y niñas sin correr mayores riesgos, aunque algunas vertientes pueden ser menos apropiadas para este segmento. Sin embargo, para Bedregal durante el ejercicio es necesaria la guía de una persona mayor más experimentada.
“Es importante, por lo delicado de los niños, que los menores de 10 años sean liderados por gente entrenada. En adolescentes sí puede haber autoaprendizaje, aunque mejor sí es supervisado”, afirmó.