Conversar con uno mismo se conoce técnicamente como soliloquio y tiene que ver con un hábito más común y saludable de lo que se cree.
“Hablar solo muchas veces se asocia con un comportamiento infantil o con ser una persona que no está dentro de sus cabales. Y la verdad es que es todo lo contrario”, explicó la psicóloga Sol Buscio. La especialista sostuvo que “está buenísimo que podamos tener la capacidad de hablar con nosotros mismos y exteriorizar lo que pasa en nuestro mundo interno: Tanto lo que sentimos como lo que pensamos. De lo contrario, si nos lo guardamos, se nos dificulta resolver conflictos y aliviar el estrés”.
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés), definen al diálogo personal como una costumbre que propicia beneficios en lo que respecta a la atención y el estado emocional, y puntualizan que su práctica es muy útil para las personas que sufren depresión y ansiedad, como también para los deportistas y académicos.
“Hablar solos es una manera de explorar nuestro mundo interno, de poder debatir con nosotros mismos lo que estamos vivenciando y de construir una forma de moldear nuestros pensamientos”, relata Buscio. Por ejemplo, “si hay algo que nos genera estrés o nos preocupa, decirlo en voz alta brinda la posibilidad de frenar un poco aquellos pensamientos negativos, reflexionar con uno mismo y dilucidar las formas de resolverlo”, señala la psicóloga. De esta manera, las personas suelen recurrir a esta práctica cuando “necesitan descargar lo que pasa dentro de su cabeza”, afirmó.
Por su parte, para el licenciado en psicología Matías Braslavsky: “No podemos dejar de hablar incluso estando solos porque estamos atravesados por el lenguaje y las palabras de manera permanente. Hay algo que tiene que ver con una cuestión estructural del ser humano, las ideas nunca cesan”.
Los especialistas consultados coinciden en que dialogar con uno mismo puede ser la puerta de entrada al mundo interno de cada uno. “Este hábito nos permite desarrollar la autoescucha. Al ser uno su propio emisor y receptor, la persona puede materializar a través de las palabras aquello que no puede nombrar”, comentó Braslavsky.
Entre los beneficios que tiene el soliloquio también ayuda a la memoria y a mejorar el foco sobre un tema: “Repetir los temas en voz alta permite fijarlos y que no me los olvide. Por ejemplo, cuando estudio para un examen o para una presentación”, dice Buscio. En consecuencia, “se adquiere mayor seguridad y autoconfianza”, coinciden los expertos consultados.