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Los castigos en los colegios siguen existiendo: el 20% de los estudiantes ha sido objeto de algún tipo de corrección

Expulsarlos del aula, negarles la oportunidad de participar en alguna actividad escolar o extracurricular o privarlos de recreo son algunos de los castigos más comunes.

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31 Marzo, 2023

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En tiempos pretéritos, los alumnos de colegios solían ser objeto de represalias físicas si su proceder no se amoldaba a las normativas escolares. Obligarlos a contemplar la pared durante varias horas, tirar sus cabellos, orejas o someterlos a varillas, eran prácticas habituales en los años sesenta y setenta.

Este modus operandi ciertamente ha cambiado y actualmente sería inverosímil que los estudiantes fueran castigados de este modo. No obstante, las sanciones todavía tienen un gran protagonismo en las escuelas, aunque han evolucionado.

Esta información fue reunida a propósito de un estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y del CIAE de la Universidad de Chile, el 20% de los estudiantes ha sido objeto de algún tipo de represalia o corrección en los centros educativos chilenos.

A diferencia de antes, en la actualidad las formas más habituales de castigo son acciones como:

  • Expulsarlos del aula
  • Negarles la oportunidad de participar en alguna actividad escolar o extracurricular
  • Privarlos de recreo
  • Cambiarlos de grupo
  • Remitirlos a la inspectoria/rectoria
  • Escribir múltiples anotaciones negativas
  • Suspenderlos y expulsarlos

“La forma de aplicar sanciones ha cambiado; los castigos corporales ya no son tan habituales, pero sí lo son -y en gran medida- los castigos que excluyen a los estudiantes, sacándolos del aula y en algunos casos, de la escuela por un período de tiempo significativo (…), lo que les resta tiempo para aprender y relacionarse con sus compañeros. Además, estos estudiantes tienen más probabilidades de ser suspendidos y finalmente expulsados de la escuela”, explicó a Emol la Dra. Verónica López, directora del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva de la PUCV y encargada del estudio.

Un equipo interdisciplinario de expertos analizó durante dos años las “prácticas punitivas” en los centros educativos chilenos y su impacto en la vida de los estudiantes de educación básica y secundaria. Para ello, examinaron los datos de 3.841 escuelas proporcionados por cuestionarios del SIMCE.

Alumnos varones, migrantes e hipercativos son los más castigados

Pero las sanciones no se aplican de manera equitativa: aquellos estudiantes que son hombres, repitentes, inmigrantes y que presentan Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad son los que reciben más castigos. Asimismo, estos métodos son más comunes en las escuelas que tienen un nivel socioeconómico más bajo.

Esto tiene graves consecuencias, ya que los resultados del estudio muestran que a medida que los colegios son más punitivos, el rendimiento académico disminuye entre 9 y 10 puntos en la prueba Simce, y los estudiantes tienen menos oportunidades de ingresar a la educación superior.

“Estamos frente a un problema social que afecta con mayor intensidad a aquellos que ya sufren desigualdad y discriminación”, advierte Verónica López, quien también es docente de la Escuela de Psicología de la PUCV.

Juan Pablo Valenzuela, investigador del CIAE-U. Chile, destaca la importancia de este estudio, ya que “nos muestra la magnitud de las prácticas punitivas en todo el país y en el sistema escolar en diferentes grados y dependencias, al mismo tiempo que nos indica los efectos de la aplicación de estas prácticas: las oportunidades educativas y el aprendizaje se ven considerablemente afectados cuando se aplican estos métodos en el sistema educativo”.

Además, se evidencia que estas prácticas sancionatorias influyen negativamente en las interacciones entre docentes y estudiantes, así como en la percepción de justicia en el ámbito escolar.

El estudio también revela que existen “docentes y líderes escolares que han encontrado otras maneras de abordar los conflictos sin recurrir a prácticas punitivas, como escuchar a sus estudiantes, llegar a acuerdos y otorgar mayor autonomía a los alumnos”. Además, se enfatiza en la necesidad de dialogar acerca de formas de convivencia en las escuelas, colegios y liceos que permitan a todos los estudiantes aprender, participar, progresar y desarrollar su potencial de manera individual.

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