El consejo antiedad de un experto en longevidad: Poner el cuerpo en “modo supervivencia”
“Según los componentes de mi ADN, que reflejan el proceso de envejecimiento, mi cuerpo es una década más joven de lo que sugiere el año en que nací. Pero no siempre fue así”, sostuvo el investigador.
“Alarga tu esperanza de vida. Cómo la ciencia nos ayuda a controlar y revertir el proceso de envejecimiento”, es el nombre del libro del doctor David Sinclair, experto en genética, en el cual plantea cómo poner el cuerpo en “modo escasez” es crucial para mantenerse joven.
Sinclair apunta que el ritmo de vida actual nos ofrece “abundancia” y que esto enferma el cuerpo, por lo cual aplicar métodos como el ayuno, eliminar ultraprocesados de la dieta y realizar actividad física son los principales aliados de la juventud.
El experto, que es profesor del departamento de Genética y codirector del Centro Paul F. Glenn para la Biología de la Investigación del Envejecimiento en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, postula la idea de incluir en la rutina diaria una serie de hábitos sencillos, como una alimentación saludable, ejercicio y exponerse al frío, entre otros, con lo cual se alcanzaría y garantizaría una vejez extendida y óptima.
“Actualmente, tengo 53 años, y llevo por lo menos una década experimentando conmigo mismo, consumiendo drogas experimentales para ralentizar el envejecimiento de mi propio cuerpo, algo que me ha funcionado muy bien”, sostiene, además se jacta de no tener arrugas ni canas.
Activando el modo supervivencia
“Según los componentes de mi ADN, que reflejan el proceso de envejecimiento, mi cuerpo es una década más joven de lo que sugiere el año en que nací. Pero no siempre fue así. Cuando tenía 30 años comía en exceso, bebía en exceso y tenía sobrepeso. Pero hacer cambios en el estilo de vida, como adoptar una dieta basada en plantas y eliminar la mayor parte del alcohol, marcó una gran diferencia en mi vida útil proyectada”, sostiene Sinclair.
“Mi edad biológica calculada ha estado disminuyendo durante la última década o más hasta un punto en el que se predice que viviré al menos una década más de lo que habría vivido si no hubiera hecho nada. Así que nunca es demasiado tarde”, agregó.
El experto apunta que hay siete genes de la longevidad en el cuerpo humano, a los que bautizó como “sirtuins”, estos son defensas naturales del cuerpo contra el envejecimiento.
“Este grupo de genes responden a todo lo que las personas hacen, ya sea situaciones adversas, ejercicio o ayuno. Esos genes y las proteínas que fabrican perciben su entorno. Y cuando detectan posibles situaciones adversas o amenazas luchan para proteger y mantener el cuerpo a salvo, y consecuentemente más sano y vivaz, incluso cuando somos ancianos. Lo que hacen las sirtuinas es controlar esta estructura. Hacen muchas cosas, pero lo principal que creo que hacen para que vivamos más es controlar lo que se conoce como el epigenoma”, sostiene.
De allí viene el concepto de “circuito de la supervivencia”, estos genes perciben todo lo que nos rodea “la cantidad de carne que comemos, la temperatura, la glucosa en la sangre, el ejercicio, la energía social y responden cuando su cuerpo se ve amenazado”, explicó.
“Así es cómo realmente entendemos por qué la dieta y el ejercicio son saludables: son el encendido de estos sistemas de supervivencia. Lo que vemos es que cualquier cosa que no te mate lo que hace es volverte más fuerte y eso es lo que hago con mi vida; trato de mantenerme en un estado de indigencia y ciclar a través de estas adversidades que realmente no dañan mi cuerpo pero lo ponen en un estado de alerta máxima”, complementó.
“También tomo algunas ‘moléculas de longevidad’ diferentes al día: la primera es el resveratrol, un suplemento hecho de un compuesto que se encuentra en el vino tinto; el siguiente es la metformina, un medicamento que se usa para tratar la diabetes tipo 2 y que supuestamente protege contra las enfermedades y alargan la vida al ayudar a controlar el azúcar en la sangre”.
Finalmente, el más importante son los precursores de NAD+, que cuentan con abundante literatura científica y ayudan a brindar energía a las células y darle estabilidad al ADN al activar los “sirtuins”.