Solo una vez nos salvamos del cambio de hora en los últimos años, y si bien siempre se ha discutido que no debe hacerse por los problemas que trae en la regulación de las personas, se sigue haciendo.
Desde 2019, la ley dice que “el cambio de horario de invierno empezará a contar del primer sábado de abril y se extenderá hasta las 00:00 horas del primer sábado de septiembre, cuando los relojes se atrasarán en 60 minutos”.
Eso quiere decir que este 2023 la hora se modificará el próximo sábado 1 de abril, retrasando 60 minutos y quedando en el uso horario GMT -4.
¿Por qué se hace?
El principal motivo ha sido el ahorro de energía, principalmente por el horario de verano, cuando el anochecer es más tarde y se consume menos electricidad, algo importante en tiempos de sequía.
Eso sí, este cambio de hora provoca efectos en el ser humano, de hecho hay evidencia científica que apunta que es necesario dejar de hacerlo y mantener el horario de invierno de manera definitiva -pese a que la mayoría de las personas prefieren el horario de verano-.
El de verano “afecta durante varios meses el desempeño, genera más accidentes y las personas están menos concentradas”, dijo el cronobiólogo y académico del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, John Ewer, en un encuentro organizado por la Fundación Encuentros del Futuro.