El Día del Agua se celebra cada 22 de marzo en todo el mundo y es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de este recurso vital para nuestra existencia y para el planeta. En Chile, un país con una gran diversidad de ecosistemas y climas, el agua es especialmente valiosa y debe ser gestionada de manera sostenible para garantizar su disponibilidad a largo plazo.
El agua dulce es esencial para la vida humana, la producción de alimentos y la generación de energía. Sin embargo, su disponibilidad no es ilimitada y la sobreexplotación y contaminación de los recursos hídricos son problemas graves en muchos lugares del mundo.
En Chile, la escasez de agua es una realidad en muchas zonas del país, especialmente en la región norte, donde las sequías son cada vez más frecuentes y severas.
Es por ello que la gestión sostenible del agua es fundamental para garantizar su disponibilidad a largo plazo. Esto implica no solo la protección de los recursos hídricos, sino también la promoción de prácticas sostenibles en el uso del agua en todos los ámbitos, desde la agricultura y la industria hasta el consumo doméstico.
En este Día del Agua, es importante recordar que todos tenemos un papel que desempeñar en su conservación. Desde la reducción del consumo en el hogar hasta el apoyo a iniciativas de gestión sostenible del agua en nuestra comunidad.
Más agua fresca: Desalinización y reúso
En Chile, una de las soluciones de adaptación climática tendientes a mejorar nuestra resiliencia hídrica es la producción de agua fresca, la cual se genera a través del reúso de aguas residuales y la desalinización de agua de mar y salobre.
En el campo de reúso, la Región Metropolitana hoy depura el 100% de las aguas residuales urbanas en biofactorías que las devuelven limpias a los cauces naturales y en condiciones de ser utilizadas como fuentes de riego para la actividad agrícola, generando además otros productos tales como biogás, energía eléctrica y abono agrícola. El reúso de las aguas depuradas es una realidad que ya se realiza en otros lugares del mundo como Europa, Singapur y California.
“Actualmente, depuramos las aguas servidas de casi 8 millones de personas en nuestras biofactorías, es decir, tratamos más de 509 millones de m³ de agua al año, los que son devueltos a cauces naturales. Hoy promovemos un proyecto de reutilización de parte del caudal tratado en nuestra Biofactoría Mapocho Trebal”, explica Cristian Schwerter, director de Planificación e Ingeniería de Aguas Andinas.
En cuanto a la desalinización de agua de mar, el país cuenta hoy con más de 25 plantas industriales operando. Desde la entrada en operación de la primera planta desaladora moderna, a comienzos del año 2000, esta industria ha jugado un rol fundamental en el abastecimiento de agua fresca para el consumo humano y para el desarrollo de la minería en territorios desérticos de aguda escasez hídrica. De hecho, ciudades como Tocopilla se abastecen hoy en un 100% de agua de mar desalinizada, meta a la prontamente se sumará Antofagasta que hoy se abastece en un 80% con agua desalinizada.
“Hemos instalado certeza hídrica en medio de la aridez de esta zona y esto está proyectando a la Región de Antofagasta como una paradoja y un ejemplo de sostenibilidad, porque a pesar del actual escenario de mega sequía que enfrenta el centro norte de Chile, nosotros tenemos asegurado el abastecimiento de agua potable en pleno desierto, al usar una fuente inagotable, como es el mar”, asegura Carlos Méndez, gerente general de Aguas Antofagasta Grupo Epm.
Actualmente existen más de 10 iniciativas de producción de agua en evaluación preliminar. No obstante, existen lagunas jurídicas que frenan el desarrollo de los proyectos de reúso de aguas residuales y de desalinización de agua de mar, vacíos legales que se traducen además en plazos de evaluación ambiental que puedan alcanzar hasta los 6 años.