El amor romántico es un concepto relativamente nuevo (para la historia de la humanidad). Surgido en la Edad Moderna, resalta la subjetividad de los individuos, su individualidad. Hoy está asociado a ideas conservadoras y muchas veces es criticado por el feminismo; pero en su momento cuestionó la familia tradicional y el matrimonio.
Este tipo de amor probablemente es la emoción con mayor presencia en nuestra cultura. Canciones, películas, obras de teatro, cuadros o esculturas tratan el amor romántico y sus consecuencias. Seguramente todos tenemos una idea bastante clara de lo que es este tipo de amor, pero ¿tenemos también una definición?
Una propuesta reciente formulada por National Library of Medicine (NCBI) lo define como: “un estado motivacional típicamente asociado al deseo de apareamiento prolongado con un individuo en concreto”.
No sabemos si es la mejor definición, pero sí sabemos que las sensaciones relacionadas con el amor son siempre intensas como una adicción: intensamente agradables cuando la cosa va bien e intensamente desagradables cuando la cosa va mal.
¿Por qué el amor?
Se han descrito más de 60 genes asociados a ciertas características del amor romántico. También se conocen docenas de regiones cerebrales implicadas, de alguna manera, en la expresión del amor. Hormonas y factores endocrinos como la dopamina o la serotonina sufren cambios en sus niveles cuando estamos enamorados, actuando de manera diferente en mujeres y hombres.
Sin embargo, la respuesta al porqué del amor precisa conocer sus causas últimas, es decir, su significado adaptativo en nuestra evolución. Cualquier característica de un ser vivo, ya sea anatómica, fisiológica o comportamental, que aparece en la mayoría de los individuos de una especie, es probable que haya evolucionado gracias a su efecto positivo en la reproducción.
¿Y qué puede haber aportado el amor a la reproducción? La respuesta más probable tiene que ver con el vínculo de pareja y la colaboración del macho en el cuidado de las crías. El amor hace que los individuos focalicen su interés sexual en una pareja concreta.
Crías más inmaduras
En la historia evolutiva del linaje humano, el amor romántico tuvo que haberse desarrollado tras la aparición de parejas estables y la colaboración del padre en el cuidado de las crías. Esto debió ocurrir tras surgir el género Homo, cuando empezaron a aparecer especies con menor dimorfismo sexual, que denotan un apareamiento más de tipo monógamo comparado con el más poligínico que lo precedió.
Adaptaciones surgidas en el linaje evolutivo humano, como la reducción del tamaño de la pelvis por la optimización de la locomoción bípeda, junto con el incremento del tamaño encefálico, promovieron que las madres dieran a luz a crías más inmaduras. Como consecuencia, la salud y supervivencia de estos neonatos empezó a depender mucho del esfuerzo combinado de ambos progenitores. Cuando la pareja debe cooperar para producir y criar hijos comunes, el amor romántico adquiere su sentido.
Peligros del amor romántico:
Idealizar a la pareja
Todos somos humanos. Si bien amamos a nuestros seres queridos, ciertamente ellos también tienen algunos defectos, al igual que nosotros. Como señala la Psicóloga Anna Gil: “Si bien al principio podemos ver a nuestra pareja muy parecida a nosotros, con el tiempo cambia. No debemos olvidar que estos son dos mundos diferentes y tienden a seguir su propio giro.”
Al estar en pareja, comenzamos a adherir tanto a sus fortalezas como sus debilidades, estar con otra persona las 24 horas del día de cierta formas puede llevar a mimetizarse. El tener que compartir momentos, pensamientos, aficiones, no debe significar adaptarnos a todos sus gustos y necesidades y olvidarnos de nosotros mismos. Además, el hecho de estar separados en ciertos ideales dará tema de conversación diferente cada día.
Perdonarlo todo
Perdonar todo en nombre del amor es muy peligroso. “Si bien el amor es ciego, no podemos tolerar ciertas acciones o actitudes hacia nosotros. Cuando algo no nos gusta, debemos tener la libertad de decirlo, porque la comunicación es clave para las parejas. No se trata de amar más, se trata de amar mejor”. Aseveró Gil.
La racionalidad en el amor
Berit Brogaard, profesor de Filosofía en la Universidad de Miami y autor de ‘On Romantic Love’, un libro que trata sobre este tema, sintetiza en unas pocas palabras la urgencia y necesidad de apostar por un amor basado en lo racional en un interesante artículo publicado en ‘Aeon’.
“Si el amor que sientes pone a tu pareja en un pedestal, hace oídos sordos a la razón y te hace entrar en conflicto, entonces estás en manos de un amor loco e irracional”, asegura Brogaard.
“Debido a que inconscientemente anhelamos las emociones y los peligros de este tipo de amor, elegir cortarlo no puede ser fácil. Pero si permaneces en una relación tóxica, es posible que tus heridas físicas y mentales nunca sanen. Como dice un viejo refrán, ‘aferrarse al amor roto es como quedarse descalzo sobre un cristal hecho pedazos’: si te quedas, seguirás sufriendo; si caminas, te dolerá pero al final podrás sanar’”.
Por tanto, según lo descrito por el escritor, se puede concluir que para que una relación amorosa sea sana lo más importante es que mantenga la base racional que la forjó, que cada uno de los dos tenga claro por qué quiere a esa persona a su lado por lo que ella es, no por lo que le gustaría que fuera o por lo que una vez fue.