“No sé si se vivirá exactamente hasta los 110 años, pero lo que sería muy sorprendente es que se viviera menos”, así presentaba hace cinco años la “Dieta de la Longevidad” el biólogo italiano Valter Longo.
Ahora, dio un paso más allá, con una revisión exhaustiva de la relación entre la alimentación y una larga vida desprovista de enfermedades crónicas, con un estudio publicado en la revista Cell.
“Hemos explorado la relación entre los nutrientes, el ayuno, la genética y la longevidad en especies con una corta esperanza de vida, y los hemos conectado con los estudios clínicos y epidemiológicos en primates y humanos, incluyendo a centenarios”, explicó Longo. “En enfoque multisistémico basado en más de un siglo de investigaciones nos permite definir una nueva Dieta de la Longevidad que sirva de fundamento sólido a las recomendaciones nutricionales y las indagaciones del futuro”.
Los expertos revisaron centenares de estudios sobre nutrición, enfermedades y longevidad, realizados tanto con animales en laboratorio como en ensayos con voluntarios, donde abarcaron diferentes dietas y formas de ayuno, entre muchos otros.
Ante esto concluyeron que las características de una dieta óptima son las siguientes:
- Una ingesta de moderada a alta de carbohidratos no refinados (cereal integral.
- Una cantidad baja pero suficiente de proteína vegetal.
- Suficientes grasas vegetales como para proporcionar el 30% de la energía diaria.
- Todas las comidas del día deberían realizarse en un plazo de 11 a 12 horas, completando con un ciclo de ayuno de 5 días por cada tres o cuatro meses para ayudar a reducir la hipertensión, la resistencia a la insulina y otros factores de riesgo crónico.
¿Cómo se podría traducir esto en nuestra dieta de cada día? Longo precisa: “Muchas legumbres, granos enteros y vegetales; algo de pescado; nada de carne roja o carne procesada, y muy poca carne blanca; muy poco azúcar y granos refinados; una buena cantidad de frutos secos y aceite de oliva; y un poco de chocolate negro”.
El futuro de la Dieta de la Longevidad
Longo planea realizar un ensayo con más de 500 personas en el sur de Italia, una de las denominadas como ‘zonas azules’ del mundo en las que se registra una mayor proporción de supercentenarios. La isla de Cerdeña, en el mediterráneo; la de Okinawa, en Japón; o Loma Linda, en California, son comunidades en las que se toman pocas proteínas, y proceden mayoritariamente del pescado o los vegetales. Además, se practican cortos periodos de ayuno varias veces al año.
Un objetivo es pasar de unas “recomendaciones generales” a una “adaptación individual” que esté basada en el sexo, la edad, el estado de salud y la genética. Por ejemplo, es saludable que las personas de más de 65 años aumenten su consumo de proteínas para contrarrestar la fragilidad y la pérdida de masa corporal magra. En función de sus propios estudios, el investigador mantiene que aumentar la ingesta proteínica es beneficioso en la tercera edad, pero no antes.
Por otro lado, Longo también apunta a no adoptar la Dieta de la Longevidad si esto implica “grandes cambios que van a provocar una pérdida dañina de grasa corporal y masa magra”, seguida de un ‘efecto rebote’ en el momento en el que abandonemos las restricciones.
“Esta dieta no solo tiene por objetivo bajar de peso, sino que es un modo de vida enfocado en frenar el envejecimiento, lo que puede complementar al Sistema de Salud como medida preventiva al tiempo que evita la morbilidad y mejora el estado de salud en edades avanzadas”.