La amistad es una parte central de la vida humana, pero también es algo que se desarrolla en el mundo animal, no solo en parientes cercanos a las personas como los chimpancés o bonobos, sino que también en aves, peces, caballos y delfines.
En The Conversation abarcaron algunas de estas cualidades de la amistad, una investigación de Beki Hooper, Delphine De Moor y Erin Siracusa, investigadoras de postdoctorado en Comportamiento Animal, Universidad de Exeter, Reino Unido.
Hay un parecido
La “homofilia” o la inclinación a la similitud -como compartir aficiones, tener trabajos similares, etc- se da en monos, cebras, marmotas, elefantes y ballenas, los que muestran preferencia por interactuar con compañeros de grupo de edad cercana a ellos.
A los chimpancés y a los macacos de Assam les gusta pasar el rato con pares que tienen una personalidad similar (sí, los animales también tienen personalidades) y los delfines prefieren a otros delfines que encuentran su comida de manera similar.
Conexión física
A menudo se vincula el tacto en relaciones a las parejas románticas, pero esto es importante en cualquier tipo de relación.
Los grajos acicalan a sus amigos con sus picos, mientras que los monos asean a sus amigos con las manos.
Otros son un poco comunes, como los capuchinos de cara blanca que saludan a sus mejores amigos metiéndose los dedos en las cuencas de los ojos, o los babuinos de Guinea machos se acarician mutuamente los genitales.
La distancia no es un impedimento
En la naturaleza también hay amistades que se evitan unas a otras, como las ardillas rojas de América del Norte que son territoriales, y rara vez entran en contacto.
Eso sí, científicos demostraron que las ardillas que viven cerca del mismo vecino por mucho tiempo desarrollan amistades que las ayudan a vivir más y tener más bebés. Además se relajan y gastan menos tiempo y energía defendiendo su territorio