El coronavirus es solo una de las múltiples pandemias que ha afectado a la humanidad y mientras se sigue esparciendo durante un tercer año, hay un capítulo de la historia con el que se puede comparar.
La gripe española (una pandemia de influenza) empezó en 1918. En Estados Unidos pasaron dos años y tres olas de la enfermedad cuando ya se podía ver una disminución de casos, sobre el cual se hablaba de un posible “final” a esta situación.
Eso sí, esta “luz al final del túnel” habría sido engañosa en ese momento, ya que las ciudades empezaron a declarar victoria y liberaron las restricciones cuando una cuarta ola azotó partes de ese país.
Por lo tanto, mientras Estados Unidos se acerca al millón de fallecidos, la evidencia de hace 100 años atrás sugiere que podría haber mucho más “dolor” en el futuro próximo, especialmente si se baja la guardia.
El virus redujo la esperanza de vida de esa nación en 12 años, además cerca del 10% de los adultos jóvenes que vivieron en ese tiempo fallecieron, según el libro “La gran influenza” del historiador John M. Barry.
Para el invierno de 1919 – 1920 las personas estaban cansadas de las limitaciones de la vida diaria por lo que se levantaron la mayoría de las restricciones sanitarias, entre lo que se encontraba el distanciamiento social, el uso de mascarillas y el cierre de colegios e iglesias.
Este regreso apresurado generó que los casos de la enfermedad aumentaran. Todo esto en un contexto donde los políticos culparon la despreocupación de las personas y otros le bajaron el perfil a la enfermedad.
El virus de la influenza y el coronavirus son genéticamente diferentes, por lo que no es posible hace una comparación particular, sin embargo, se sabe que el virus que genera el Covid-19 muta mucho más rápido que el que genera la gripe española.
El manejo de la pandemia ha sido beneficiado por el desarrollo científico que no existía hace 100 años, incluyendo mejores condiciones sanitarias en los hospitales, mejor acceso a agua limpia y evidentemente, una vacuna.