El origen de la palabra Fascismo y por qué no existe actualmente
Algunos de los principales “exponentes” de este movimiento político fueron Benito Mussolini, Adolf Hitler, Miklós Horthy, Ion Antonescu y Francisco Franco.
“Movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista”, esa es la primera acepción que la Real Academia Española tiene para la palabra Fascismo.
La historia sostiene que el fascismo surgió luego del fin de la Primera Guerra Mundial en 1919 por parte de Benito Mussolini, quien gobernó Italia entre 1922 hasta 1945.
Mussolini fundó la «Fasci italiani di combattimento» (Liga italiana de combatientes), que tuvo visibilidad en luchas callejeras contra huelguistas y comunistas. A estos se les reconocía por usar camisas negras y correas militares.
El ascenso de este grupo se debió al miedo existente por que se produjera algo similar a la Revolución Rusa, ya que estos se vieron como la mejor forma para impedir la expansión del comunismo obrero.
Posterior a esto, en 1921 el movimiento se transformó en un partido político, el Partido Nacional Fascista (PNF). Hacia 1922 los fascistas realizaron la Marcha sobre Roma, donde el rey Víctor Manuel III entregó el poder a Mussolini.
¿Cuáles son las principales características del fascismo?:
- Concentra al Estado en un líder supremo, que exige obediencia absoluta a sus subordinados.
- Es una ideología de extrema derecha.
- Rechaza el sistema democrático al proclamar al partido oficial como el único habilitado para actuar legalmente en la vida política y ocupar los cargos del Estado, por lo tanto es un movimiento totalitario.
- Persigue y reprime a los opositores.
- Realza el rol de las fuerzas armadas, que debían estar preparadas para defender los ideales del Estado y luchar tanto contra los enemigos internos como externos.
- Exalta la idea corporativista frente a la de individuo o intereses de clase, fomentando los ideales racistas que promovían la discriminación y persecución.
- Manipulación de los medios de comunicación para obtener el apoyo popular.
- Control en la educación para que exaltara las ideas de patria, nación y la ideología fascista.
Algunos de los principales “exponentes” de este movimiento político fueron Benito Mussolini, Adolf Hitler, Miklós Horthy, Ion Antonescu y Francisco Franco.
Como explicó el historiador Emilio Gentile en BBC Mundo, cuando se cumplieron 100 años del origen del fascismo en 2019, explicó: “Hay que distinguir entre un fascismo histórico, que es el régimen que, a partir de Italia, marcó la historia del siglo XX y se extendió a Alemania y a otros países europeos en el período entre las dos guerras mundiales, de lo que se suele llamar fascismo después de 1945, que se refiere a todos aquellos que usan la violencia en movimientos de extrema derecha”.
Agregando que podemos hablar de fascismo cuando: “nos referimos a lo que fue el fascismo histórico, cuando un movimiento de masas organizado militarmente conquistó el poder y transformó el régimen parlamentario en un estado totalitario, es decir, en un estado con partido único que pretendía transformar, regenerar o incluso crear una nueva raza para sus objetivos imperialistas y de conquista”.
¿Se puede hablar hoy de fascismo?
De acuerdo a lo explicado por el historiador Gentile, solo se puede remontar al periodo entre guerras: “Cuando aún existía la voluntad de conquista y de expansión imperial a través de la guerra. Si estas características estuvieran todavía presentes hoy, podríamos hablar de fascismo. Pero me parece que es completamente imposible: incluso aquellos países que aspiran a tener un papel hegemónico lo buscan a través de la economía y no a través de la conquista armada”.
Concluyendo: “La democracia en sí misma no es necesariamente buena. Solo es buena si realiza su ideal democrático, es decir, la creación de una sociedad donde no hay discriminación y donde todos pueden desarrollar su personalidad libremente, algo que el fascismo niega por completo. Entonces, el problema hoy en día no es el retorno del fascismo, sino cuáles son los peligros que la democracia puede generar por sí misma, cuando la mayoría de la población – o al menos la mayoría de los que votan – eligen democráticamente a líderes nacionalistas, racistas y antisemitas.”