El enemigo de pensar inteligente: Usar demasiado la cabeza
Una experta señala y ejemplifica cómo se puede trabajar y ayudar al pensamiento a través de otras formas de ver la inteligencia.
Siempre se suele hablar del cerebro como “la estructura más compleja del Universo”, pero para la periodista científica Annie Murphy Paul este no nos hace más inteligente, sino todo lo contrario.
En su libro más reciente “Mente extendida: el poder de pensar fuera del cerebro” hace un repaso sobre investigaciones neurocientíficas que muestran cómo podemos “pensar fuera de la cabeza” y donde además entrega consejos para usar nuestros cuerpos, entorno y relaciones como extensiones mentales que nos ayuden a mejorar la concentración, comprensión y creatividad.
La autora plantea que el cerebro por sí solo es bastante limitado e inestable y que “usar la cabeza” puede significar encerrarse en una caja y aislarse de estrategias extraneuronales.
“Si bien existe este acercamiento predominante hacia el pensamiento que se centra en el cerebro, siempre han habido líneas de investigación que no confirman esta idea. Son áreas sólidas y sustanciales que llevan décadas, pero que están fuera de la corriente principal”.
Se trata de la investigación en cognición corporeizada (que pensamos con nuestros cuerpos), cognición situada (que el lugar donde estamos afecta a cómo pensamos) y cognición socialmente distribuida (la idea de que pensar ocurre a lo largo de grupos de personas).
“Dado que investigo y escribo sobre aprendizaje y cognición, estaba muy intrigada por estas áreas. Me parecía que estaban relacionadas, pero no estaba segura de cómo unirlas. Decir ‘usa la cabeza’ en verdad es encerrarte en una caja y aislarte de una cantidad de estrategias extraneuronales”, dice Murphy Paul.
“Entonces, un día encontré un artículo de los filósofos Andy Clark y David Chalmers sobre la mente extendida, donde proponen esta idea de que el pensamiento no solo ocurre en nuestra mente, sino que se extiende por nuestros cuerpos, espacios, relaciones, dispositivos y herramientas que usamos”.
“Eso me brindó la gran idea de unir estos cuerpos de investigación que sugieren que centrarse solo en el cerebro es una perspectiva muy limitante”.
- Cognición corporeizada: área de investigación de los gestos y cómo usamos nuestras manos cuando hablamos y pensamos.
“Cuando no se le permite a la gente mover las manos, hablan menos fluido, piensan menos claro y son menos capaces de resolver problemas. La ciencia ha demostrado que los movimientos de manos al hablar son parte del proceso de pensar y no un mero espectáculo secundario”.
- Cognición situada: Investigaciones sobre cómo estar al aire libre en la naturaleza afecta nuestro pensamiento.
“La teoría principal se llama teoría de la restauración de la atención. Es la idea de que, como los seres humanos evolucionamos en la naturaleza, nuestros cerebros procesan los estímulos que encontramos allí de forma fácil y eso nos resulta muy refrescante y revitalizador. Pasar tiempo al aire libre en la naturaleza es como volver a llenar el tanque de atención y de las habilidades que te permiten enfocarte y concentrarte”.
- Cognición socialmente distribuida: Existe el mito de que los genios y las personas muy inteligentes logran todo por sí mismos y no es así, especialmente en el mundo actual.
“Hoy en día la información es tan abundante, existe tal nivel de especialización y nuestros problemas o desafíos son tan complejos que tenemos que crear algo así como una mente colectiva donde la gente se una, colabore y piense junta”.
“Uno de mis ejemplos favoritos es el de la memoria transactiva. Nadie puede saberlo todo, pero cuando tienes un grupo de personas, cada una tiene una especialidad y sabes cuál es, entonces puedes multiplicar cuánta información y cuánta memoria tienes como colectivo”.
“Es una forma social de expandir nuestra capacidad mental al ir más allá de nuestro propio cerebro”.