Un grupo de científicos y empresarios ya ha recibido US$15 millones para crear un híbrido entre el mamut y el elefante asiático, acercándose lo más posible a los mamuts que alguna vez habitaron nuestro planeta.
Tras esto, el siguiente paso sería poblar partes de Siberia con estos animales, buscando el requilibrio ambiental.
“Eso marcará la diferencia en el mundo”, dijo el biólogo George Church, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, en una entrevista con el diario estadounidense The New York Times.
Eriona Hysolli, quien trabajó como investigadora en el laboratorio de Church, supervisará los trabajos de la nueva empresa destinados a editar el ADN del elefante agregando los genes responsables de las características del mamut, como el pelo tupido y la amplia capa de grasa para que soporten el frío.
Los científicos esperan fabricar embriones de elefantes similares al mamut en unos cuantos años y, en algún momento, generar poblaciones enteras de estos animales.
Hay quienes se oponen a la idea, citando problemas éticos en el rescate de animales gigantes de la extinción, también preocupa la imprevisibilidad de saber cómo se comportarían estos mamuts en la Tierra hoy día.
La idea de regresar los mamuts al planeta comenzó el 2013, cuando los investigadores estaban estudiando fragmentos de ADN encontrados en fósiles, en un intento de reconstruir genomas de especies extintas.
Church consideró a los mamuts los mejores candidatos porque son antepasados cercanos a los elefantes asiáticos: comparten un antepasado común que vivió hace unos 6 millones de años.
Además, el ADN de mamut se puede encontrar fácilmente en Siberia.
Además, el biólogo explicó que los mamuts también pueden ayudar a restablecer el equilibrio ecológico:el calentamiento global ha provocado un aumento de las temperaturas en la tundra de Siberia y América del Norte, lo cual ha generado una liberación acelerada de grandes volúmenes de dióxido de carbono.
¿Cómo ayudaría el regreso de los mamuts al equilibrio medioambiental?
Los biólogos creen que el mamut sirvió como guardián de este ecosistema, manteniendo los pastos, despejando el musgo, rompiendo árboles y dejando abundantes excrementos que fertilizaron el suelo.
Ante esto, sostienen que el regreso de estos animales ayudarían a recuperarse y contener las emisiones de dióxido de carbono.
Existen dos formas de regresar a “la vida” a los mamuts: clonación e ingeniería genética.
El primer método es bien conocido por el ejemplo de la oveja Dolly, clonada en 1997. En este proceso, el ADN de un animal se inyecta en el óvulo fertilizado de otro animal donante y luego el óvulo se implanta en una “madre de alquiler”.
Este método ya se ha probado con el bucardo, o cabra montés de los Pirineos, declarado oficialmente extinto en 2000.
Tres años de su desaparición de la faz de la Tierra, de la piel congelada del animal se extrajo y clonó su ADN. Una cabra como madre de alquiler dio a luz a un íbice, la primera vez que resucitó una especie extinta. Sin embargo, fue el primer caso de doble extinción, ya que solo vivió 7 minutos.
Si bien existen restos de mamuts bien conservados en el permafrost siberiano, su ADN a menudo se daña debido al largo tiempo de congelación.
Los científicos ya han descifrado el genoma del mamut, pero no han podido obtener la cadena genética completa tal y como era cuando existía el animal.
Ante esto, la llamada tecnología de edición de genes CRISPR sería una buena opción para traer al mamut de regreso.
Esto funciona de la siguiente manera, , los genes específicos que permitieron a los mamuts sobrevivir en latitudes altas se insertan en el genoma de su pariente vivo más cercano, el elefante asiático.
Tras esto,el genoma modificado se implanta en un óvulo de elefante fertilizado, que se implanta en una madre de alquiler de elefante. A partir de ahí, se espera que nazca un híbrido de elefante y mamut.