Detrás del Oro: La historia de Alberto Abarza
“Prefiero ser feliz que ser exitoso. Hay mucha gente que es exitosa y no es feliz. Tengo la fortuna de poder decir que soy feliz”, comenta el deportista.
Alberto Abarza tiene 35 años e hizo historia para Chile en los Juegos Paralímpicos de Tokio al ganar el oro en natación, siendo la segunda medalla en la historia de Chile, la primera medalla chilena en natación y el primer latinoamericano en ganar una medalla en la competencia de este año.
A esto suma muchos más logros que ya había obtenido en mundiales anteriores, de hecho ganó cinco medallas (tres de oro) en los Juegos Panamericanos de Lima.
¿Quién es este deportista nacional?
Alberto está diagnosticado con la enfermedad de Charcot–Marie–Tooth, un grupo de trastornos hereditarios que causan lesiones en los nervios, con un daño mayor en los brazos y las piernas, que con el tiempo atrofia los músculos hasta dejar el cuerpo sin fuerzas y postrado.
En conversación con Emol, el deportista comentó que no lo pasó bien en su niñez y adolescencia cuando empezó a batallar contra la enfermedad.
“A los 15 años no hacía nada en todo el día. Dejé el colegio y no salí de mi casa por dos años. Pasé por una etapa de negación. No le veía el sentido a estudiar, si ni siquiera podía escribir (…) Estuve encerrado dos años y me vino un bajón. Creo que mis padres jugaron un rol fundamental al no encerrarme en una burbuja, me dijeron que las cosas me iban a costar, pero me dieron las herramientas para sobrellevarlo”, comentó.
En uno de esos días su padre se acercó a hablarle -como había hecho tantas otras veces- “Me dijo «lo tuyo es como la historia de un pescador. Yo siempre voy a pescar por ti cuando tengas hambre, pero algún día yo no voy a estar y tú tendrás que aprender, o si no morirás de hambre»”, recordó.
Salió de su pieza y quiso recuperar el tiempo. Volvió a estudiar, entró a trabajar, empezó una relación y tuvo una hija que ahora tiene 10 años. Aunque poco antes que ella naciera, él estuvo cerca de morir.
“Me dio un principio de paro, estuvieron muy bien los médicos que me salvaron. Estuve un mes hospitalizado, faltaban como tres semanas para que ella naciera. Ahí vienen las ganas de vivir de nuevo, de hacer cosas. Antes solo quería pasarlo bien, salía con amigos y no de una manera responsable”, añadió.
Cerca de los treinta años un entrenador de la Teletón le recomendó hacer natación, todo partió como una terapia pero luego llegó el éxito, ya que que en 2017 se convirtió en el número 1 del mundo y ha logrado 10 medallas en solo dos mundiales.
Aún así, la palabra “éxito” le genera ruido “Prefiero ser feliz que ser exitoso. Hay mucha gente que es exitosa y no es feliz. Tengo la fortuna de poder decir que soy feliz. Tengo una hija sanita y la disfruto mucho. Tengo mi novia, mis perros, no me hace falta nada. En el último tiempo he sentido el desgaste en mi cuerpo. Se nota en la respiración, que es lo más importante en el deporte que hago, y en las manos, ya no puedo escribir por ejemplo. Pero no tengo quejas, siento que le he ganado mucho tiempo a la vida”.
“Mi hija me puede llamar a las diez de la noche y decirme: ‘papá, quiero ir al cine’. Y vamos. Es porque yo tengo que aprovechar el tiempo de ella, yo no sé cómo voy a estar mañana. El tiempo hay que disfrutarlo todos los días, no porque te vaya a pasar algo. Yo tengo la fortuna de que sé lo que me va a pasar, entonces trato de aprovecharlo ahora”, comentó.