Henrietta Lacks, era una mujer afroestadounidense gracias a quién se lograron diversos avances científicos en los últimos años, eso sí, sin su consentimiento.
En 1951, Lacks de 31 años falleció producto de un cáncer de cuello uterino en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore. Durante su tratamiento en ese entonces se tomaron muestras de las células de su tumor, las que fueron entregadas a un investigador sin la aprobación de ella.
El experto a cargo descubrió que éstas células que bautizó como HeLa tenían cualidades extraordinarias: podían cultivarse in vitro, fuera del cuerpo humano, y multiplicarse hasta el infinito.
Desde allí las células HeLa han permitido desarrollar vacunas (especialmente contra la poliomielitis; tratamientos contra el cáncer; y ciertas técnicas de clonación) en laboratorios de todo el mundo, algo que genera ganancias de millones de dólares.
“Han estado usando sus células durante 70 años y la familia Lacks no ha recibido nada a cambio de este robo”, comentó Kimberly Lacks, nieta de Henrietta en una conferencia de prensa. “La trataron como una rata de laboratorio, como si no fuera humana, que no tuviera familia”, agregó, por lo que exigió “justicia por este trato racista y poco ético”.
La situación a penas se conoció hacia la década de 1970, pero no fue hasta 2010 que se logró un conocimiento completo gracias a Rebecca Skloot, autora del bestseller “La vida inmortal de Henrietta Lacks”.
“La familia Lacks ha sido explotada durante demasiado tiempo, pero se acabó”, comentó Alfred Carter, uno de los nietos, cuando anunció que serían representados por el destacado abogado de derechos civiles Ben Crump, quien también ha trabajado en casos como el de George Floyd.
Crump anunció que se presentará una demanda el día 4 de octubre, cuando se cumplen 70 años de esta polémica extracción de células: “Las vidas de los negros deben ser valoradas en Estados Unidos”.