Una de las consecuencias que ha tenido la pandemia es el aumento, o en algunos casos, la disminución de peso.
Según una encuesta de la Asociación Estadounidense de Psicología, el 61% de los adultos estadounidenses informaron un cambio de peso no deseado desde que comenzó la pandemia.
Los resultados muestran que durante la pandemia, el 42% de los encuestados aumentaron de peso no deseado y casi el 10% de esas personas aumentaron más de 20 kilos.
Otro estudio, publicado el 22 de marzo de 2021, evaluó el cambio de peso en 269 personas entre febrero y junio de 2020. Los investigadores encontraron, en promedio, que las personas aumentaron constantemente medio kilo por mes.
Según expertos, el denominador común de los cambios en el peso corporal, especialmente durante una pandemia, es el estrés.
Asimismo, el estudio de la Asociación Estadounidense de Psicología en enero de 2021 encontró que aproximadamente el 84% de los adultos estadounidenses experimentaron al menos una emoción asociada con el estrés prolongado en las dos semanas anteriores.
¿Por qué se come más por estrés?
Cuando estás bajo estrés, el cuerpo reduce los niveles de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la melatonina. La serotonina regula las emociones, el apetito y la digestión. Por lo tanto, los niveles bajos de serotonina aumentan la ansiedad y pueden cambiar los hábitos alimenticios de una persona.
Otro neurotransmisor para sentirse bien es la dopamina , que regula la motivación orientada a objetivos. La disminución de los niveles de dopamina produce una menor motivación para hacer ejercicio, mantener un estilo de vida saludable o realizar las tareas diarias.
Además, cuando las personas están bajo estrés, también producen menos melatonina, la hormona del sueño, lo que provoca problemas para dormir.
Asimismo, la epinefrina y la norepinefrina median los cambios fisiológicos asociados con el estrés y se elevan en situaciones estresantes. Estos cambios bioquímicos pueden causar cambios de humor, afectar los hábitos alimenticios de una persona, reducir la motivación orientada a objetivos y alterar el ritmo circadiano de una persona.
El estrés puede desequilibrar sus hábitos alimenticios y su motivación para hacer ejercicio o comer de manera saludable, y este último año sin duda ha sido estresante para todos.
En ambos estudios, las personas autoinformaron su peso y los investigadores no recopilaron ninguna información sobre la actividad física. Pero, se puede asumir con cautela que la mayoría de los cambios de peso se debieron a que las personas aumentaron o perdieron grasa corporal.
Los Corona kilos
Antes de la pandemia un 60% de los chilenos ya presentaba malnutrición por exceso. Chile por ello está en los primeros lugares en el ranking de la OCDE en sobrepeso y obesidad. También existía alto sedentarismo.
“Hábitos poco saludables reforzados con el confinamiento y la poca movilidad”, explicó Ximena Martínez, nutricionista del Centro de Tratamiento de la obesidad UC CHRISTUS, a La Tercera.
Una de las primeras decisiones poco saludables está en una lista de compras inadecuada con alimentos no perecibles de fácil almacenamiento y productos con azúcar añadida o jarabe alto en fructosa de alimentos ultra-procesados.
“No fue extraño ver, en un comienzo de la pandemia, el desabastecimiento en supermercados debido a una compra elevada de harina, alimentos no perecibles, bebidas azucaradas y snacks entre otros”, señaló. Con esos alimentos en casa la tentación de consumirlos es grande.
Por su parte, Sharon Pérez González, nutricionista de Nueva Clínica Cordillera, sostuvo que más comida con mayor aporte calórico. Y también menor actividad física. Con el confinamiento producto de la pandemia, y el teletrabajo, las personas tuvieron un aumento de la ansiedad, y disminuyeron la actividad física.
“En las noches, varias familias me comentan en las consultas, que se reunían y preparaban cosas para picar o encargaban comida por aplicaciones de pedidos y eso sí que influyó y sigue influyendo mucho en el peso de las personas”, afirmó Pérez.
Además, Evelyn Sánchez, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética Universidad de Las Américas, añadió que los factores económicos influyeron en la necesidad de reducir el presupuesto de alimentación. Eso se traduce alimentos menos saludables y más económicos. “Sumado a esto, el confinamiento redujo el acceso a alimentos perecibles lo que llevó a profundizar más la escasa ingesta de alimentos saludables como frutas y verduras”, indicó.