En la medianoche entre este sábado 3 y domingo 4 de abril, se producirá un nuevo cambio de horario, el reloj deberá retrasarse una hora, por lo que cuando sean las 00:00 del domingo, volverá a ser sábado a las 23:00.
Con esto se dará comienzo al horario de invierno, que dura hasta septiembre y que está marcado porque se oscurece más temprano, pero el día se inicia con más luz solar.
El cambio de hora viene causando discusión desde hace algunos años, pero se ha visto incrementado en el último tiempo debido al efecto de la pandemia en la salud mental de los chilenos. Aún así, expertos sostienen que el horario de invierno es el que debería mantenerse de forma constante.
¿Qué dice la ciencia?
John Ewer, académico e investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso y de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, manifestó en La Tercera que este cambio será bueno “porque vamos a dormir un poco más, el día va a empezar un poco más tarde. El déficit de sueño será menos al que tenemos ahora. Es algo positivo”.
En el lado contrario, la neuróloga especialista en Medicina del Sueño de Clínica Universidad de los Andes, Evelyn Benavides, sostiene en el mismo medio que el cambio que ocurrirá el sábado “pueda producir en algunas personas estrés, considerando todos los cambios que estamos viviendo”.
Tener mayor cantidad de luz por las mañanas trae beneficios, ya que “lo ideal es que la mayoría de las actividades que realizamos, las hagamos con esa luz, la actividad física, el trabajo, las reuniones. Ojalá funcionar mucho más de día que de tarde. El tema importante es no alargar mucho el día hacia la noche y utilizar mucha luz artificial, como pantallas en la noche. Eso sí generaría más problemas que beneficios”, agregó Benavides.
La experta coincide en que “lo ideal sería mantener el horario de invierno, pero como un horario único y evitar las fluctuaciones horarias, que más que producir un beneficio energético, que es para lo que fue pensado, produce estrés en la población, sobre todo en niños y adultos mayores, y en personas que ya tienen problemas para dormir, los cuales han aumentado mucho durante la pandemia”.