June Almeida fue la primera científica en descubrir los Coronavirus, lo que la convirtió en una referencia por su trabajo en identificación y diagnóstico de virus. Hoy sus hallazgos son fundamentales en la lucha contra el Covid-19.
Abandonó sus estudios a los 16 años, con ello su carrera universitaria en Glasgow debido a que su padre no podía costearlo. Desde aquí empezó a trabajar analizando muestras de tejido en un laboratorio de hospital.
Entre los trabajos que tuvo, desarrolló una técnica para para visualizar los virus mediante el uso de los anticuerpos con microscopios electrónicos.
Gracias esto logró empezar a ser reconocida en el mundo de la medicina y le ofrecieron un puesto en la Escuela de Medicina del Hospital St. Thomas, el mismo donde fue internado Boris Johnson, el primer ministro británico a inicios de mes.
Hugh Pennington, uno de los microbiólogos más importantes del Reino Unido y ex alumno de Almeida fue quien habló sobre la científica y lamentó que esta situación fuera lo que la sacó del olvido.
“Sin sus descubrimientos las cosas habrían ido mucho más lentas. Su trabajo ha acelerado nuestro conocimiento del virus. Era una pionera”, manifestó Pennington al diario The Herald.
¿Cómo llegó al Coronavirus?
Mientras formaba parte del equipo de investigación del resfriado común, médicos de otra ciudad le enviaron una muestra de un patógeno que no había podido ser identificado, pero ella pudo reconocerlo gracias a su técnica.
Allí fue cuando Almeida y el equipo de trabajo conformado por el doctor David Tyrrell y el profesor Tony Waterston nombraron al primer Coronavirus humano, el que recibió esta denominación por la estructura del virus con forma de halo y que antes solo se había visto en aves y ratones.
Como otros descubrimientos realizados por mujeres a lo largo de la historia, solo obtuvo rechazo. Un año más tarde, en 1965 el British Medical Journal tomó el descubrimiento y recién dos años después el Journal of General Virology publicó las fotografías.
Almeida se retiró de la medicina para cambiar de vida, pero en los años 80 volvió como asesorea al hospital St. Thomas y participó en la publicación de las primeras imágenes en alta calidad del VIH.