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Ortoréxia: cuando comer sano se vuelve una obsesión

Llevar una alimentación saludable puede convertirse en un trastorno psicológico grave.

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24 Octubre, 2017

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Existen personas que se preocupan por tener una vida sana y una dieta equilibrada, pero lo llevan al extremo y se les escapa de las manos. Esto puede desencadenar un trastorno conocido como ortoréxia, que significa “el apetito correcto”.

Antonio Luis Villarino Marín, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en nutrición, hizo esa descripción de los pacientes para El Español.

“Comen alimentos que no tengan demasiada elaboración, con pocas toxinas y lo más ecológicos posible”, pero “es una alteración de la conducta alimentaria” que puede llevar a “ciertos déficits alimentarios, pues no se realiza una dieta que se pueda considerar totalmente equilibrada”, dijo el experto.

A pesar de que que coman las calorías necesarias, en general tienen un déficit de nutrientes, específicamente minerales. En general este perfil de personas, no comen carnes, grasas, azúcares y componentes que no sean naturales, como cultivos que tengan pesticidas.

Este trastorno es más psicológico que de alimentación. La ortoréxia es un trastorno obsesivo compulsivo.

“Es una obsesión por la calidad y por el origen de los alimentos“, explicó Victoria Lozada, dietista-nutricionista del Centro Aleris a El Español. La principal diferencia con los otros problemas alimenticios, es que para los ortoréxicos el foco está en consumir productos ecológicos e integrales. No en la cantidad de comida que ingieren.

“Piensan en ello las 24 horas del día y establecen rituales sobre la comida que acaban por ser un impedimento para su vida diaria, por ejemplo, no acuden a restaurantes porque creen que no les van a servir nada saludable”, comentó la experta sobre el trastorno que puede llevar al aislamiento social.

Esta búsqueda de llevar una alimentación perfecta, no permite salirse de la “dieta”. Por ejemplo, comer arroz blanco, en vez de integral genera un  gran sentimiento de culpa. “En el aspecto psicológico las repercusiones pueden ser importantes, sufren ansiedad, estrés al elegir lo que comen y, como consecuencia, a menudo se aíslan de su entorno”, destacó Lozada.

 

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