Scott Sonenshein, profesor de administración en la Universidad Rice y autor de “Stretch: Unlock the Power of Less – And Achieve More Than You Ever Imagined” (“Expandirse: Desbloquear el poder de lo poco – y lograr más de lo que nunca imaginó“), publicó en The New York Times, una columna en donde explica los beneficios de decirle “no” a los niños.
Según el experto, hacerlos pasar por periodos de escasez material, como juguetes, le da la oportunidad a los más jóvenes de desarrollar el ingenio.
“Cuando hacemos que los niños experimenten escasez de vez en cuando, los ayudamos a resolver problemas de modo más eficiente”, asegura Sonenshein.
El profesor explica su teoría con el siguiente ejemplo: “Primero, quieren la muñeca, después todos sus accesorios y, más tarde, por supuesto, la mansión de cuatro niveles en la que vive”.
Por esto se quedó en el juguete inicial, y se negó a comprarle a sus hijas las piezas complementarias de la Barbie. Por supuesto esto generó anticuerpos, sin embargo al poco tiempo las niñas descubrieron que podían hacer que las muñecas interactuaran con sus otros juguetes, lo que alarga la vida util de estos objetos y desarrolla la imaginación de las menores.
“Cada vez que accedemos a comprarles todo lo que piden, los condicionamos sutilmente a que consideren que sus recursos tienen usos limitados. Una negativa cada cierto tiempo los forzará a pensar fuera de la caja”, dice el especialista.
Si no lo tienen todo, los niños están obligados a encontrar nuevas y diversas formas de solucionar problemas, habilidad que les servirá en el futuro en cualquier aspecto de su vida adulta.
“Los niños que aprenden de la negativa se dan cuenta a temprana edad de que no siempre contarán con la herramienta perfecta para cada trabajo. Es posible que no sepan algo, que no tengan algo o no sean algo, pero eso no significa que dejen de perseguir sus metas; más bien es el momento para comenzar a activar su capacidad de usar sus recursos y encontrar otro camino“, explica Sonenshein.