Los besos que se beben los fantasmas
Breves fueron los encuentros de Franz Kafka y Milena Jesenska. Las cartas, una infinidad.
Duna
Sonidos de tu Mundo
Breves fueron los encuentros de Franz Kafka y Milena Jesenska. Las cartas, una infinidad.
Jorge Luis Borges conoce a quien cree que le salvará el corazón, Estela Canto. Vivía el escritor un momento de esplendor, de modo que pocos entendieron por qué puso el ojo en Estela, que tenía fama de suelta porque era del partido comunista y no era virgen.
Desde el exilio Leon Trotsky intenta defender sus ideales políticos contra la maquinaria montada por Stalin que lo arrincona y lo asfixia y comienza a barrer con todo, no sólo sus ideas, también sus afectos. En esta carta, el corajudo soviético acusa al presídium del partido comunista de la muerte de su hija, Zinaida Volkova.
“Usted es suficientemente grande para inspirar a uno con románticos sueños, como transformarse en la confidente de su hermosa alma, siempre suponiendo que su alma sea hermosa”
“Por aquí todo ha cambiado (todo desde 1964): calles invadidas por una manga de canas, deleznable y jóvenes (cómo me aburren) autodenominados hippies, así como una preeminencia de presuntuosos colores sicodélicos – todos se subordinan al anaranjado, que Freud nos ampare”, escribe la poeta y traductora argentina.
Cuando se sabe que es posible matar sin arriesgarse a un castigo ni reprobación, se mata; o al menos se rodea de sonrisas alentadoras a aquellos que matan. Hay ahí una incitación, una ebriedad a la que es imposible resistirse.
“Estoy esperando el llamamiento a filas; no me doy prisa, pero tampoco quiero aplazar nada por culpa de mis dudas. Ha llegado la hora”
Sé que estoy enfrentando a la irremediable vejez, sin haberme preparado para asumirla.
“No apetezco sino lo que tú ambicionas para ambos porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos comparados con el hecho de que seas mía.”, sostiene el filósofo.
Ahora, señora Macrina, no te pido mercedes, sino que nos declaremos nuestras voluntades.