Duna
Sonidos de tu Mundo
Tuvieron un primer encuentro cordial y divertido, lejos de la expectativa de lo que la atracción inicial era para los cánones románticos. Fanny era inteligente y amante de la moda, disfrutaba de la compañía del poeta cuando estaba de buen humor, pero eso no era siempre.
Se conocieron mucho antes, en una fiesta en 1936 en que él, a sus 24, hacía gala ya de su descontrolada ingesta de alcohol. Hizo lo de siempre, se acercó a una muchacha desconocida y le habló sucio al oído. Lee pudo haberlo abofeteado y él estaba acostumbrado, pero no lo hizo.
Es probable que la esclava favorita de Jefferson, Sally Hemmings, fuera hermanstra de su mujer, es decir, hija de su suegro. Por su sangre mestiza, justamente, la muchacha era muy blanca de piel, de rasgos sumamente caucásicos y los testimonios de la época la describen innegablemente hermosa.
Las mujeres recién habían sido admitidas en la universidad de Cambridge cuando desde Estados Unidos llega una rubia, alta, guapa y brillante, era Sylvia Plath. Había leído los poemas de Ted Hughes en la revista estudiantil, que además dirigía, cuando se encontraron en un baile.
Notables es parte de la genética, la conciencia, los oídos y la voz de Duna. Y en contexto de coronavirus, se los dejamos para que lo atesoren.
Él, un militante del Partido Comunista, músico, cantautor y director de teatro chileno. Ella, bailarina, coreógrafa y escritora inglesa que se enamoró de él
Los jóvenes e inteligentes ingleses se juntaban cada jueves en la casa de Bloomsburry de Virginia junto a otros intelectuales y desarrollaron las emblemáticas tertulias conocidas por haber reinventado el arte, el sexo y el amor.
Él, a pesar de ser sólo un practicante, la invitó a salir varias veces hasta que por fin ella aceptó un poco a regañadientes cuando la invitó a una de las reuniones que él organizaba en comunidades pobres. Eso la cautivó
Buenmozo como era – o como se puso porque de chico, por sucio y por bestia le decían El Chancho – Ernesto Guevara, El Che, tuvo varios romances, dos matrimonios, 6 hijos y un gran amor: la guerrilla revolucionaria.
Aunque las feministas detestaban al autor de la “Crucifixión rosada”, trilogía que consta de “Sexus” , “Plexus” y “Nexus”, y lo tildaban de misógino, a Miller le fascinaban las mujeres.
