De José Donoso a Vargas Llosa
1967 – El colosal escritor chileno José Donoso, le envía una carta a otro gran escritor lationamericano, futuro premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa. Desde Iowa que dice. Un espacio de Bárbara Espejo.
Duna
Sonidos de tu Mundo
1967 – El colosal escritor chileno José Donoso, le envía una carta a otro gran escritor lationamericano, futuro premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa. Desde Iowa que dice. Un espacio de Bárbara Espejo.
2002 – Mueren María Felix, Billy Wilder, Peggy Lee y el genio nacional, Roberto Matta. Hasta entonces, el artista y el poeta de Lebu, Gonzalo Rojas, mantuvieron activa la correspondencia que habían iniciado décadas atrás. El soporte y el formato van cambiando, un día el hombre de “Qué se ama cuando se ama” le manda un fax que encabeza así. Un espacio de Bárbara Espejo en esta semana de selección nacional.
1976 – De salto en salto, los relámpagos del arte nacional se encuentran, se inspiran, se escriben se caen bien, inician un diálogo, versos y líneas, curvas y versos y de vez en cuando se escriben una carta como esta que le envió el pintor Roberto Matta a el monógamo sucesivo Gonzalo Rojas. Un espacio de Bárbara Espejo.
2019- El fascinante esteta, musicólogo, escritor, profesor y filósofo chileno, Gastón Soublette, enviuda a los 92 años. Años atrás llevo una vida completa con Bernadette de Saint Luc. Se casaron, tuvieron tres hijos, se dedicaron a la música, la inquietud incesante por el arte, el amor por la cultura mapuche, se desencontraron, se reencontraron, se refugiaron en Limache y cuando ella muere, el 9 de agosto, el conocedor infatigable se detiene y escribe una carta abierta de despedida que publica El Mercurio 10 días después y que titula Sin ella. Un espacio de Bárbara Espejo.
1977-Luego de haber viajado desde México a Chile para hacer la revolución tras el golpe en 1973, estuvo preso y se libró porque uno de los gendarmes había sido compañero suyo de colegio y al reconocerlo, lo dejó libre. Después de vagabundear un buen poco, el escritor, poeta, absoluto referente literario y figura elevada a calidad entre rockstar y divinidad de las letras en la actualidad, se instaló es España. Junto a su madre. Y le escribiría largas cartas a su papá. Un espacio de Bárbara Espejo.
1917 – Aunque conocida por su canto, la relevancia de Violeta es también su poesía y hace algún tiempo, en las ediciones del libro mayor de Violeta Parra, sus herederos incluyeron algunas cartas escritas en verso, como esta que le mandó a su hermano desde París. Un espacio de Bárbara Espejo.
1917 – Dos años antes Franz Kafka ha publicado su Metamorfósis y desde entonces recibe comentarios y cartas de todo tipo, una de las más “Kafkianas” es esta que recibió en abril de 1917. Un espacio de Bárbara Espejo.
1759 – Tres años antes, el escritor y filósofo francés Denis Diderot, conoce a una mujer de 40, Sophie Volland, es 3 años mayor que él, lleva anteojos, es erudita y causa fascinación en el ícono intelectual. En una de sus cartas, Diderot le dice. Un espacio de Bárbara Espejo.
1966 – Es el año en que Truman Capote publica “A Sangre Fría” y cambia el periodismo escrito para siempre. Para conocer los detalles de la atrocidad, durante todos esos años, Capote tuvo largas conversaciones con los criminales. Y para que las conversaciones valieran la pena, el escritor norteamericano debía ganarse la confianza de los culpables. En esa búsqueda, Capote también les escribía cartas como esta. Un espacio de Bárbara Espejo.
1950 – El 26 de agosto el escritor de los anteojitos redondos y la nariz alargada pide una pieza en el hotel Albergo Roma de Turín. Le entregan la llave de la habitación 346. Había pedido que tuviera teléfono y tenía. Sin embargo, tras desaparecer por el pasillo, nunca llamó a la recepción, ni pidió algo. Al dueño del hotel, que era también el conserje, le pareció todo rarísimo y al día siguiente, 27 de agosto, como hoy, pero hace 74 años atrás, fue a tocar la puerta. Tocó fuerte y lo llamó tres veces por su nombre. Nada. Nervioso mandó pedir la llave maestre. Al entrar, estaba oscuro, las cortinas cerradas, el huésped descalzo pero vestido sobre su cama como si estuviera durmiendo, pero no. Sobre la mesita de noche 16 tiras de somníferos, vacías. Él zarandeó y repitió su nombre pero era evidente. César Pavese estaba muerto. Un espacio de Bárbara Espejo.