Nick Cave y PJ Harvey: Dos maletas yendo a ninguna parte
Eran mediados de los 90. Venían ellos jóvenes, delgados y ojerosos salidos de sus atractivas tinieblas desde donde gobernaban la escena indie.
Duna
Sonidos de tu Mundo
Eran mediados de los 90. Venían ellos jóvenes, delgados y ojerosos salidos de sus atractivas tinieblas desde donde gobernaban la escena indie.
Guapo y acaudalado, Howard era, sin embargo, tímido, apocado sobre todo por su disfunción sexual. Pero Bette, inteligente, supo que lo que más quería el magnate era una bella y nueva madre así que lo trató con dulzura a pesar de que él no fue tan cariñoso como con otras de sus amantes.
Naturalmente uno podría pensar que los cerebros brillantes tienen amores a la altura. Que en sus romances no hay desinteligencias ni desarreglos gobernados por la sensibilidad. Naturalmente, no es así.
Del triunvirato que reemplazó al asesinado César, la reina del Nilo escogió a Marco Antonio y cada uno podrá juzgar si fue buena o mala elección. Porque guapo era. Pero en esa apuesta cabecita había pocas buenas ideas.
Estratega absoluta, sabía que era el ejército de Julio César el que por esos días se adjudicaba las glorias militares y con él tenía que asociarse. Una tarde cualquiera, una sirvienta entró en uno de los salones del general romano para entregarle un regalo de parte de la faraona fugitiva.
Preciosa ella, horrendo él. Brillantes ambos. La bella y la bestia en versión superdotada. Jean Paul Satre y Simone de Beavouir se conocieron en la Sorbone, cuando ella entró a estudiar filosofía y conoció al alumno descollante tres años mayor.
Primero ella se obsesionó con él y después él con ella. 1966 es el año en que John Lennon afirmó que Los Beatles eran más populares que Jesucristo, y también el del encuentro con Yoko Ono en una exposición de la extravagante artista japonesa en Nueva York.
Se ha convertido en la conciencia, la sabiduría de Chile Gastón Soublette, musicólogo, filósofo, profesor histórico del instituto de estética de la universidad católica. Histórica también su unión con Bernadette, su vida en Limache, sus cabellos canos que cercaban la profundidad de sus pensares y sus sentires.
Después vendrían otros casos similares, aunque ninguno tan emocionante ni que generara tan expectación. El príncipe y la plebeya. Su apuesta majestad y la infartante rubia venida del cine.
Las visitas frecuentes de la joven Carmela a los Prat crearon un ambiente de confianza y amistad entre ambas familias. Desde muy niña escuchó las reiteradas alabanzas al joven cadete y luego oficial Arturo Prat y a medida que crecía fue incubando cierta admiración hasta convertirlo en su héroe juvenil.