Dolores O’Riordan, balada de la tristeza
Pero la apariencia luminosa de la cantante escondía una niñez llena de oscuridad y una depresión latente que terminó por fulminarla, en medio de sus planes de regreso.
Duna
/Sonidos de tu Mundo
Pero la apariencia luminosa de la cantante escondía una niñez llena de oscuridad y una depresión latente que terminó por fulminarla, en medio de sus planes de regreso.
Su decadencia física, que fue de la mano con su ocaso artístico, terminó con un final esperado, aunque igual de trágico. Elvis tenía que morir para que su leyenda pudiera tomar vuelo.
Harrison salió al mundo como un compositor prolífico, un activista de causas humanitarias y una figura que distaba bastante de esa imagen de callado e introvertido que le inventó la prensa en la década del sesenta.
Años en la cárcel y reformatorios, una triste adolescencia como prostituta y una serie de relaciones abusivas curtieron a una de las cantantes de jazz más emblemáticas de todos los tiempos.
La muerte de los mellizos Robin y Maurice dejaron a Barry, el mayor, como el único testimonio viviente de esta agrupación legendaria.
Su fama, que se tradujo en cien millones de discos vendidos, escondía la tragedia personal de una de las primeras artistas que permitió visibilizar el drama de la anorexia y una de sus primeras víctimas a nivel mediático.
Al frente del grupo Queen, Mercury se convirtió en una de las voces más características de la música rock y sus últimos días fueron marcados por los estragos de la enfermedad más estigmatizada del siglo veinte.
El músico, que devino en cineasta y activista humanitario, exploró con urgencia todas las variantes del arte y la creación, mientras luchaba con un cáncer que cortó su carrera y la del grupo, cuando aún quedaban rimas y discos que grabar.
Esa última entrega hacía justicia al legado de uno de los artistas esenciales de la cultura popular y a una personalidad contradictoria y fascinante que sigue mostrando su influencia en la música, el arte y la moda.
Su temprana muerte, a los 27 años, apagó el gran aullido de una generación que terminó por diluirse junto al idealismo de los años sesenta.