Luis XV y Madame Pompadour: Mon amour
Era todavía una niña, Jeanne Antoinette, cuando una adivina le advirtió que sería la amante de un rey. Nadie creyó ni entendió entonces y sólo algunos recordarían el vaticinio después.
Duna
Sonidos de tu Mundo
Era todavía una niña, Jeanne Antoinette, cuando una adivina le advirtió que sería la amante de un rey. Nadie creyó ni entendió entonces y sólo algunos recordarían el vaticinio después.
El Beatle se enamoró perdidamente de aquella mujer celosa de su privacidad, amante de la naturaleza, la vida al aire libre, y que se convertiría en la medida de todas las cosas para McCartney.
La diferencia es que su unión tenía que ver sólo con la atracción entre ambos y su afán por cuidarse entre la danza de balas. Ella jamás participó de robos ni del impulso de acribillar. Sólo una vez manejó un auto en fuga y sólo porque John tenía la pierna herida.
Se conocieron sólo tres meses antes, en noviembre de 2007 durante una comida en la casa de un famoso publicista francés. Fue como una cita a ciegas. Eran sólo ocho personas. A Nicolás y Carla los sentaron juntos y el resto fue inmediato, amor a primera vista.
En mayo de 1993 asistieron juntos a un evento de beneficencia y hasta ahí las apariciones públicas. Porque del romance no se supo nada más hasta que comenzó a circular el rumor de que Jackson y Presley se habían casado.
Habían pasado cinco años desde la muerte de John Kennedy, poco desde el asesinato de su hermano, Bobby, cuando Jackie anunció que se casaba, no sólo que se casaba, sino que su nuevo marido no sería estadounidense. Era griego, armador y rico.
Al marido de Tina Livanos le gustó el carácter resuelto de La Divina y también cómo se esforzaba por conseguir una elegancia aprendida. Decidió conquistarla, ella se dejó querer y con justa razón.
La mujer de 24 años se dejó seducir por el futuro presidente, canceló todo con el señor Husted y cuando le advirtieron que a Kennedy le gustaba pasar su tiempo libre seduciendo a mujeres guapas, Jackie contestó que qué importaba, si todos los hombres hacían lo mismo.
Enrique enfureció de decepción cuando llegó su nueva mujer: La yegua de Flandes, le decía en privado. Se casaron igual en 1540, al poco tiempo decidió terminar el matrimonio por razones sentimentales y también políticas.
Enrique quería un niño y estuvo seguro, o quiso creer, que quien le daría su heredero sería, de pronto, Ana Bolena. Había llegado de Francia en un relámpago de buen gusto y encanto, con su pelo y ojos negros y sus gracias en el baile y la conversación.