Duna
/Sonidos de tu Mundo
La atracción entre ambos fue instantánea aseguran y, aprovechando que Silvina y el diplomático estaban ocupados se fueron a pasear a un bosque y del bosque se fueron a una pensión.
Algunos creen que todo el romance fue una estrategia publicitaria y quizás un poco, la ex de Charles Chaplin era dada a triquiñuelas modernas como esas, pero Rudy no, así es que que se dejaran ver en todas partes haciendo todo tipo de cosas y aparentando ser felices, pudo haber sido más que una jugada maestra
No sólo se codeaban con las estrellas de su época. Ellos ERAN estrellas también. Elegantes, exitosos y bellos, alcanzaron a destellar y encandilarse con los años 20, pero la fiesta se acaba de golpe con la crisis del 29. Entonces, la nueva década, sus vidas y su amor irían a dar al mismo oscuro pantano.
Años después volvió a Alemania y se reencontró con los Weber. La tercera de las niñas siempre prendada de él y a quien el músico había ignorado, ahora le robó el corazón. “Es el alma más bondadosa que he conocido”, le escribió el compositor de la Flauta mágica a su padre quien, nuevamente, se opuso a la unión
Se conocieron en el rodaje de Cleopatra. Se detestaron al comienzo. Doña tetas, la llamó él, zoquete, ella, durante la primera semana de rodaje, en enero de 1962. Todo cambió dos semanas después, para la filmación de la primera escena de amor entre Marco Antonio y la faraona de Hollywood.
Símbolos de la defensa de los derechos civiles y del no a la guerra ambos. Ambos cantantes y compositores agitadores de conciencia en los 60’.
Se convirtió en la resurrección de la Cenicienta, pasó de la pobreza extrema al poder y la gloria. Ni tan bonita, pero tan apasionada e implacable que se volvía atractiva, amada, odiada, inspiración de multitudes. Él, un hombre de larga viudez sin amores conocidos, un militar que llegó lejos probablemente gracias a ella, que estaba segura de que era su príncipe azul.
Hicieron lo que quisieron pero no pudieron concebir un heredero. 6 hijas mujeres le dio Nefertiti y Akenatón tuvo que salir a buscar afuera, aunque ni tan allá, a ese varón necesario para la dinastía, el famoso tutankamón.
A Alfred Hitchcock le gustaban las mujeres de un erotismo helado que descubrió que podían proyectar las rubias delgadas, distinguidas e imperturbables.
Se casó virgen a los 25 años con Alma Reville, su mujer para toda la vida, y siguió viviendo el sexo como un tormento merecedor de castigo, como un secreto oscuro y retorcido, producto de su estrictísima educación y la extraña relación que tuvo con su madre. Ella, Alma, sería su fiel compañera, voz de su conciencia y silencio reponedor cuando hizo falta.
