Duna
/Sonidos de tu Mundo
“Corres el riesgo de que tus compañeros y subordinados te acaban tomando antipatía debido a tu dureza, sarcasmo y nepotismo”, escribe Clementine Hozier al que más tarde sería recordado como uno de los mejores gobernantes de Inglaterra.
“Querido: Siento con absoluta seguridad que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles”, escribió la brillante escritora británica.
“Deseando encontrarme especialmente al anochecer en los brazos de mi dulce amada, a quien pronto espero besar. Escribo con la mano del que ha sido, es y será vuestro por su propia voluntad”, dice el rey de Inglaterra a la cortesana que le hizo perder la cabeza.
Cuando el genio literario portugués conoce a quién sería su único amor, la ayuda a conseguir un puesto como secretaria en la fábrica de su primo y comienza cortejarla con notitas y declaraciones fulminantes.
“Me hizo muy feliz estar en su casa para Pascua, nos recuerda que Chris está vivo aún de alguna manera”, dice el matemático que ayudó a descifrar mensajes de la Alemania nazi.
“Estoy sin dinero y necesito pagar el alquiler (…) Me veo obligado a pedirle el préstamo de 300 o 400 coronas. Ciertamente podré devolvérselas el próximo año, cuando entre en el conservatorio. No tengo palabras para expresarle cuan desdichado me hace tener que enturbiar la relación con usted de esta manera”, escribe Schoenberg a Mahler.
“Me dejabas cada vez más sola, sabía que la verdadera razón era que te pasabas fuera la mitad de la noche”, dice Zelda al autor de “El Gran Gatsby”.
“Me he convertido en un esqueleto, doy miedo. No consigo dormir ni un solo minuto. La comida del hospital a pesar del precio que pago por ella es malísima”, le dice el joven poeta y viajero a su madre.
“Eres algo como para celebrar, como la vida misma. Me acabo de tomar un valium y dos aspirinas que usualmente me disponen a dormir imaginativamente a tu lado, preferiblemente en tus brazos. Pero no como un fornicador, si no como un amante. Mientras más te conozco más profundamente crece mi respeto por ti y mi certidumbre de que todos tus deseos se cumplirán y, quiero decir, antes que tengas 80 o 90”, escribe el escritor a su última musa.
“Mi consejo es no escribas para nadie más que para ti mismo”, responde el poeta y Premio Nobel de Literatura británico-estadounidense.
