1922 – A comienzos del siglo XX el muralista había vivido en Francia y conoció en los años desolados de la primera guerra a la pintora y grabadora rusa Angelina Beloff. Quiela. Tuvieron un hijo, al que llamaron también Diego, que murió por una epidemia de gripe poco después de cumplir un año. En 1918, Diego la abandonó. Se fue de Francia sin ella. Viajó a México con la promesa de enviarle dinero para comprar un pasaje. Pero nunca lo hizo. O no le enviaba suficiente. Ella se conformaba con muy poco y le escribe. Un espacio de Bárbara Espejo.