Como explicó Héctor Soto, sobre el último libro de Max Colodro, es una “reflexión política que habla de heridas anteriores al estallido social, que probablemente están pasando la factura ahora. Un libro revelador que se hace cargo de tres heridas en la sociedad chilena en los últimos 70 años. El golpe a la columna vertebral de la estructura oligárquica chilena con la reforma agraria, la herida que deja el intento de revolución socialista de la UP y la del nuevo Chile que intenta fundar el Régimen Militar”.
Como dijo Colodro, “traté de ir más lejos, porque siento que el tema de fondo que nos está afectando como sociedad es la dificultad de hacer un proyecto común, de la ausencia de consensos y tengo que la sensación que ese quiebre se produce en la década de los 60 cuando se cambió el orden tradicional que estaba asociado a la propiedad de la tierra, el latifundio. Y esta Reforma Agraria se dio en Guerra Fría con connotaciones ideológicas que nos dejó encerrados de algún modo en una mirada del pasado que nos ha sido difícil superar”.
Colodro también se refirió a que, después de la dictadura, “vivimos una transición super exitosa desde el punto de vista económico. Pero el gran problema que tuvo, y que es parte de las cosas que están emergiendo ahora, es que para la izquierda fue una transición que tuvo una cuota de renuncia importante. Una de las coas que me ayudó a escribir este libro fue mi propia historia, luché contra el régimen militar y el haber llegado al plebiscito fue una tremenda derrota para la izquierda. Yo era militante de las juventudes comunistas y jamás me hubiera imaginado que íbamos a tener que aceptar la institucionalidad del régimen militar y participar de sus reglas del juego para sacar a Pinochet. La izquierda nunca se hizo cargo de esa derrota”.
Para Colodro, esto “explica por qué la centro izquierda siempre fue ambivalente y en el 2010 cuando se produce la alternancia del poder, fue fácil desentenderse de lo que fue la Concertación y prácticamente tirarlo al tacho de la basura”.
Estos antecedentes explican en parte el estallido social, “somos los herederos de la derrota de nuestros padres y tuvimos que cargar con nuestra propia derrota. A diferencia de la transición española es que fueron capaces de reconstruir institucionalidad terminado el régimen y en el caso chileno fue diferente porque no fuimos capaces de generar una institucionalidad distinta, aunque hicimos reformas. Y eso nos pesó hasta ahora y de alguna manera, este proceso constituyente, es la expresión de eso”, dijo Colodro.
Agregando, “esto tiene mucho de revancha, se generó un contexto en Chile de poder pasar la cuenta de todo lo que no pudimos en los 80 y en la transición”.
También comentó que, a su parecer, “se volvió a una vieja normalidad que no logramos superar. A veces me descubro en conversaciones donde a gente de centro izquierda, les cuesta mucho asumir que la centro derecha va a participar también y va a tener una representación significativa en esta conversación constitucional y no veo a la centro izquierda más consciente de eso”.
Colodro nota mucha nostalgia, incluso en personas jóvenes. “Cuando uno conversa con la generación joven del Partido Comunista y el Frente Amplio, uno descubre un lenguaje parecido a la década de los 60 y 70 y no una mirada y contextualización de los problemas del siglo XIX. Es una de las grandes paradojas que estamos viviendo. Seguimos pegados en una misma lógica tratando de resolver cosas que quedaron inconclusas.
“Que sigamos hablando de la constitución de Pinochet después de 30 años de la vuelta a la democracia, da para un buen psicoanálisis”, agregó.
Proceso Constituyente
“Una de las cosas que vamos a tener que resolver en este proceso constituyente, es la mirada de esos últimos 30 años. El factor clave de la polarización hoy es cómo miramos esta historia reciente y vamos a tener que encontrar un punto intermedio entre la hoja en blanco y lo que hemos logrado construir y avanzar estos últimos años”, expresó.
Agregando, “la izquierda está todavía pegada en sus traumas y derrotas, también la derecha y es en parte los problemas que ha tenido Sebastián Piñera como el orden público y los derechos humanos”.
“Los fantasmas han estado rondando y espero que seamos capaces de neutralizar y exorcizar esos fantasmas en el proceso constituyente pensando en el mundo de una sociedad globalizada y mucho más compleja del mundo de la Guerra Fría y no nos quedemos en las consignas de ese Chile que debiésemos haber dejado atrás hace rato”, concluyó.