Seguimos compartiendo con ustedes nuestra colección Navideña con esta dosis de humor y sarcasmo que incorporamos desde ayer, estamos revisando la publicación del New Yorker en que aprovechan el eterno error no forzado en las cartas de los niños que pretenden que sean para Santa, pero en el apuro de escribirle, en realidad, la envían a Satán. Un espacio de Bárbara Espejo.