La última nota de César Pavese

1950 – El 26 de agosto el escritor de los anteojitos redondos y la nariz alargada pide una pieza en el hotel Albergo Roma de Turín. Le entregan la llave de la habitación 346. Había pedido que tuviera teléfono y tenía. Sin embargo, tras desaparecer por el pasillo, nunca llamó a la recepción, ni pidió algo. Al dueño del hotel, que era también el conserje, le pareció todo rarísimo y al día siguiente, 27 de agosto, como hoy, pero hace 74 años atrás, fue a tocar la puerta. Tocó fuerte y lo llamó tres veces por su nombre. Nada. Nervioso mandó pedir la llave maestre. Al entrar, estaba oscuro, las cortinas cerradas, el huésped descalzo pero vestido sobre su cama como si estuviera durmiendo, pero no. Sobre la mesita de noche 16 tiras de somníferos, vacías. Él zarandeó y repitió su nombre pero era evidente. César Pavese estaba muerto. Un espacio de Bárbara Espejo.