La artista Francisca Sutil se refirió a su experiencia en la pandemia, comentando que “ha sido frustrante, porque se pensaría que es una tranquilidad obligatoria para poder trabajar, pero para mí ha sido al revés. Hace años me recluí en un espacio tranquilo y ahora, siento bulla interior. Una inquietud permanente de falta de libertad que me ha afectado y de plantearse qué sentido tiene lo que uno hace con todo lo que ha pasado”.
Y agregó, que a diferencia de muchos artistas, que necesitan el drama para crear, “para mi la tranquilidad es fundamental para conectar la cabeza con la mano y la vibración de lo que está ocurriendo. En mi caso, cuando todo perturba, me cuesta mucho trabajar”.
Sobre su trabajo, comentó que “cada 8 o 10 años tengo un cambio profundo. Han sido marcados, siempre eh estado abierta y creo que ahora viene otro ciclo”.
Agregando, “no hay nada de lo que me arrepienta. Siento satisfacción con lo que he hecho y cuando veo obras para atrás, las aprecio muchísimo, me sorprenden a mi misma”.
Para Sutil, su trabajo tiene que tener “un resultado emocional hacia mi y hacia el espectador. La obra tiene que ser potente, de lo contrario no tiene esa respuesta”. Y de eso se dio cuenta cuando se fue a estudiar a Nueva York, siendo una veinteañera. “Entiendes qué tiene nivel y qué no. Esperaba de lo mío lo mismo que esperaba de los demás. Lo que me motivaba y tenía peso”.
Y en específico, sobre su trabajo, dijo, “el pincel, el golpe, me va dando una curiosidad y me va indicando. Es lo que me motiva a continuar, porque voy viendo un sentido. El oficio, tiene una tremenda importancia y lo trabajo de acuerdo a lo que quiero expresar y lo he ido descubriendo a través de mi historia. Cada periodo tiene una materialidad que va avanzando para cumplir con esa necesidad de expresión”.
“El efecto que produce cada una de las materialidades, es sumamente potente. No depende solo de qué va a decir, si no que cómo lo va a decir”, agregó.
“En mis trabajos no hay posibilidad de corrección. Es meterse en el trabajo. Uno va como bailando, me imagino que a los bailarines les pasa lo mismo, uno no puede estar pensando entre un brochazo y otro. Es un momento que voy trabajando con un ritmo contemplativo y si me detengo a pensar, eso falla”, concluyó.
Foto: Serie Mute/ Galería Animal