El presidente Sebastián Piñera, tiene un bajo nivel de aprobación, con tan solo un 20% según Cadem, y su gestión está marcada por mucho rechazo. Durante su periodo como mandatario lo marcaron dos grandes hitos, el estallido social y la pandemia del coronavirus.
Héctor Soto analizó el rechazo que existe desde su propio partido, el cual se quebró después del estallido social, y por miembros de la izquierda, quienes piden su renuncia. “Después de Pinochet, Piñera puede ser la figura más odiada del país” afirmó el conductor.
Sin embargo, al presidente se le aproxima un año lleno de decisiones. Como en el ámbito económico, donde Chile se ha visto fuertemente afectado y se necesitan políticas para revertir esa situación. También, en el proceso de vacunación, el cual ha sido exitoso y valorado a nivel mundial.
En términos comparativo, Soto y Arturo Fotaine afirmaron que ha habido una buena gestión en el control de la pandemia y sobre todo en el proceso de inoculación. Fontaine comentó que “al presidente le ha ayudado mucho el proceso de vacunación, la compra temprana de dosis y la eficiente ejecución en la población”.
El estallido social
Los conductores coinciden que la crisis social del 18 de octubre fue lo que le jugó en contra de Piñera. Soto afirmó que al presidente “le falto establecer una línea de continuidad (…) él no logra liderar ni persuadir a la gente de su propio sector”.
También, señaló que el mandatario no tiene apoyo contundente en ningún sector político, ya que la derecha opina que fue muy blanco con la violencia durante el estallido social y que entregó al país. Esto provocó que el mandatario “quedara huérfano” políticamente.
Por otro lado, Arturo Fontaine, afirmó que:
“Piñera no supo liderar a la derecha después del estallido, no le hablo más a sus votantes. Él trató de volver a la democracia de los acuerdos de los años 90’ y fue contradictorio. Fue muy difícil para los votantes de la derecha seguirlo”.
Asimismo, Soto, sostuvo que fue su espíritu noventero de los acuerdos, lo que provocó ahora una derecha más dura y cohesionada y una izquierda más radical. Él no preparó a sus votantes para la decisión de una nueva constitución, que fue un consenso liderado por la oposición.