Callas I – Patito feo
Pero la mujer era ambiciosa y, a penas descubrió la bella voz de la menor de las muchachas, comenzó a presentarla en cada concurso que encontraba para conseguir algo de dinero. Además, en esa época, era una convicción que mientras más robustos, mejor cantaban, así que a la ya rechoncha niña, la llenaron de dulces y grasas que alimentarían las redondeces que amargarían a la cantante el resto de la vida. Un espacio de Bárbara Espejo.
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