Si el 2008 fue la voz de Amy Winehouse la que reinó en todas partes, 2009 dio paso a una nueva estrella. La posta del “soul blanco” era entregada ahora a una joven de casi 20 años que dejaba a toda Inglaterra boquiabierto con su potente voz y la honestidad de su propuesta lírica que se transformaron en la radiografía de una generación a la que le estaba doliendo transformarse en adultos.