Era enero de 1816, Ada tenía un mes de vida cuando, en medio de la noche, su madre la tomó, la envolvió y huyó con ella decidida a borrar toda herencia impetuosa y sentimental en el carácter de su hija. No sólo la apartó del poeta a quien Ada nunca más vería, sino que se obsesionó por darle una educación exigente, lo que en esa época era ya inusual, pero fue más allá de que aprendiera música y francés, quiso también que supiera de ciencia y matemáticas, para pulverizar cualquier asomo de lirismo.