Hace poco se conoció el intercambio de cartas entre Ana Frank y otra niña de un pueblo de Iowa.
A pesar de la corta existencia de la niña alemana, asesinada por el nazismo, a lo largo de la historia se han ido conociendo distintos cabos que reconfiguran la vida de esta niña que recuerda el horror vivido en tantos campos de concentración como Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial.
La historia rescatada por El País, parte así. Es 1940 y en la localidad de Danville, Iowa, en una escuela la profesora ofrece un intercambio de cartas con niñas de la Escuela Montessori de Amsterdam. Juanita Wagner, de 10 años, escoge a una chica de su edad: Annelies Marie Frank.
El primer intercambio de cartas habla de la vida de cada una de ellas, sus familias y lo que hacen. Ana Frank escribe “Margot y yo somos los únicos niños de la casa. Nuestra abuela vive con nosotros. Mi padre tiene una oficina y mi madre está ocupada en casa”.
Ana le pide una foto a Juanita “me gustaría saber cómo eres” y le da la fecha de su cumpleaños: el 12 de junio. Se despide como su “amiga holandesa” y le adjunta una postal de Amsterdam, “tengo 800, las colecciono”.
En la misiva Frank no relata que se encuentran en Holanda porque su familia ha escapado del nazismo en Alemania, que es judía.
Juanita contestó, pero nunca recibió respuesta. Y lamentablemente, se sabe el por qué. Ana Frank inmortalizó esas vivencias en sus diarios.
Doce días después de que Frank enviara la correspondencia a Juanita, Hitler invadió Holanda y la vida de la familia de la niña cambió para siempre. Las niñas empezaron a ir a un colegio solo para judíos, todos tuvieron que llevar la estrella de David cosida en sus ropas y el padre de Ana perdió su empresa.
Después de que se llevaran a la hermana mayor, Margot, a un campo de concentración, el padre decide esconder a la familia. Escondite que funcionó por dos años, hasta que en 1944 la Gestapo lo descubrió. Todos los miembros de la familia murieron, menos el padre. Ana Frank falleció en 1945 a los 15 años de tifus en Bergen-Belsen.
Años después Juanita supo quién le había escrito la carta. En 1988 la subastó y fue comprada por 165.000 dólares y donadas al Centro Simon Wiesenthal de Los Ángeles donde aún siguen.
Hoy las cartas son exhibidas en una exposición en Danville, el remoto pueblo de donde era Juanita. Además hay fotografías de las niñas y audios, a los que en un futuro se quiere añadir, en honor a Ana Frank, 1,5 millones de postales. El mismo número de niños que murieron en el Holocausto.