Hace dos años que Yemen se encuentra martirizado por un conflicto bélico que ha cobrado la vida de 20 mil personas.
La destrucción de la infraestructura sanitaria es la principal culpable de la ola de cólera que azota la nación, donde 7 mil ciudadanos son infectados cada día. El país enfrenta una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI.
Según la Cruz Roja, desde fines de marzo 306.000 personas se han infectado y 1800 murieron a causa de la enfermedad.
El brote está descontrolado. Se estima que para fines de 2017, más de 600 mil ciudadanos de Yemen padecerán de cólera.
“Los servicios públicos están colapsados, y son incapaces de hacer frente a una epidemia que en condiciones normales no sería difícil de sofocar”, comentó a La Nación, Roger Gutiérrez, coordinador de Médicos Sin Fronteras del hospital de Abs, una de las zonas más castigadas por el brote.
Si se recibe el tratamiento adecuado la tasa de mortalidad es sólo de un 1%. Sin embargo, ésta asciende al 50% sin atención médica.
“La falta de higiene, y sobre todo de agua potable, favorece la expansión de la enfermedad, que se contagia a través del agua y ya está presente en casi todas las provincias del país”, explicó Gutiérrez.
La bacteria provoca una deshidratación aguda que causa la pérdida de hasta 24 litros de agua.
Por otro lado, los casos de malaria y tos ferina se han multiplicado en los últimos meses.
Según cálculos de Naciones Unidas, cada 10 minutos muere un menor de cinco años por causas evitables, siete millones de personas se encuentran en riesgo de morir de hambre y aproximadamente 20 de los 26 millones de yemenitas necesitan recibir ayuda alimentaria o sanitaria.
Según el coordinador de Médicos Sin Fronteras las ONG se encuentran colapsadas.