Es un día oscuro para el Vaticano. El martes el abogado Ulrich Weber presentó una investigación con contenido infernal.
Al menos 547 niños de la escuela del coro de la catedral de Ratisbona (Alemania) fueron golpeados y maltratados por maestros o sacerdotes entre 1953 y 1992. De ellos 67 denunciaron haber sido víctima de abusos sexuales.
Según el informe de Weber los responsables de la escuela debieron tener al menos “conocimientos superficiales” de lo que estaba ocurriendo. Eso incluye a Georg Ratzinger, hermano del retirado papa Benedicto XVI.
Ratzinger fue director musical del coro entre 1964 y 1994. Cuando salieron a la luz las primeras acusaciones en 2010, donde medio centenar denunció abusos, la autoridad califico la información como una “locura”.
A juicio del abogado, Ratzinger tuvo conocimiento al menos de los maltratos físicos que sufrían los niños, aunque pone en duda si estaba al tanto de los abusos sexuales.
Sin embargo, ni él ni el resto de los sacerdotes tomaron medidas oportunas para detener las atrocidades. Es lo que Weber califica como “una cultura del silencio” dentro de la Iglesia Católica, lo que ha dificultado las indagatorias.
El abogado recoge en su informe casos que van desde caricias y tocamientos hasta violaciones. También castigos físicos como palizas, bastonazos y golpes con todo tipo de objetos (llaveros, anillos gruesos, entre otros).
Otro tipo de castigos incluían negar alimento a los niños o por el contrario, obligarlos a comer cuando no querían. Algunas de las víctimas describieron el ambiente dentro del centro como algo “infernal” parecido a “un campo de concentración”.
La investigación calificó en su informe a 49 personas que “con alta probabilidad” incurrieron en esas prácticas, de las cuales nueve perpetraron las agresiones sexuales.
Weber, por razones de jerarquía, apunta como responsable al entonces obispo de Ratisbona, Gerhard Ludwig, quien no abordó con responsabilidad la tarea de esclarecer los abusos.
A partir de 1992 empezaron a registrarse las primeras denuncias. El obispado reaccionó con el pago de los que dominó “reconocimiento de servicios”. Estos se movían en los montos de entre 5 mil y 20 mil euros, tras lo cual se daba por cerrado el tema.
El representante del colectivo de víctimas, Peter Schmitt, elogió el trabajo de Weber por su enorme contribución para sacar a la luz estos casos, aunque advirtió que sigue habiendo una “cifra oscura” de víctimas anónimas que no se han atrevido aún a relatar la experiencia vivida.