A Donald Trump le fue bien en Francia. A diferencia del resto de los líderes europeos, Emmanuel Macron, literalmente, no le quita las manos de encima. Las cámaras captaron varios apretones de manos que llamaron la tensión por su inusual longitud.
Un gesto casi cariñoso del líder francés hacia un repudiado Trump que, encima se enfrenta a la tormentosa Rusiagate que ha vuelto a cobrar vuelo.
Séquence serrages de mains toniques pour les deux couples présidentiels. 🤝 #14juillet pic.twitter.com/vunk3yxm5I
— franceinfo (@franceinfo) 14 de julio de 2017
Según consignó El País, ambos mandatarios optaron por dejar sus diferencias de lado. Desistieron de abordar temáticas relacionadas con el cambio climático, el aislamiento de Estados Unidos y la postura misógena y xenófoba de Trump evidenciada en varios discursos y entrevistas.
En su lugar se centraron en el campo común: la lucha contra el terrorismo y la cooperación militar.
Durante la conferencia de prensa Macron situó la invitación al jefe de Estado americano en un contexto histórico que, a su juicio, transciende las personalidades: el centenario de la entrada de Estados Unidos en la Gran Guerra, la primera vez en el siglo XX en el que los estadounidenses acudieron al rescate de Europa, y de Francia.
En el mismo tono Trump abrió su discurso leyendo un documento que recordó la ayuda del general francés Lafayette a los revolucionarios americanos de 1776. La amistad, recalcó el magnate, es “inquebrantable”.
Según analizó El País, no es que las contrarias posturas políticas e ideológicas hayan cambiado para Macron, pero el líder francés optó, esta vez, por la seducción.
El fundador de La República en Marcha se ve en el centro del tablero entre una debilitada primera ministra, Theresa May, demasiado ocupada en el enredo del Brexit, y una canciller Angela Merkel sin ninguna sintonía con Trump. Por consiguiente el presidente francés debe actuar como el mediador europeo.