A Donald Trump no le entran balas. En medio de la crisis que remece a la Casa Blanca por la sombra del rusiagate, el mandatario estadounidense llegó a París junto a su esposa para una reunión bilateral con su homólogo galo, Emmanuel Macron, y se prepara para celebrar el Día de la Bastilla en la torre Eiffel.
Una visita de “glamour” que pretendía durar sólo 48 horas, pero que finalmente fue extendida para asistir a las celebraciones del 14 de julio en Francia y el desfile militar en los Campos Elíseos, al conmemorarse el centenario del ingreso del ejército americano en la primera guerra mundial. El primer ministro canadiense Justin Trudeau también fue invitado pero declinó asistir por cuestiones de agenda.
El presidente norteamericano llegó a París esta mañana directo de Hamburgo, tras asistir a la cumbre G20. Justo cuando Trump es cuestionado por las revelaciones del encuentro de su hijo Donald Junior con una abogada rusa supuestamente vinculada al Kremlin, que le ofrecía datos comprometedores sobre Hillary Clinton, en plena campaña presidencial de su padre.
Por su parte, Emmanuel Macron tiene su propia agenda. El presidente francés busca una nueva complicidad estratégica y especialmente, romper el peligroso aislamiento en el que el jefe de estado norteamericano se ha confinado. La prueba de fuego será la conferencia de prensa de ambos líderes por la tarde.
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