Durante su campaña presidencial, Donald Trump dijo que podría pararse en la Quinta Avenida de Nueva York y dispararles a todos, y aún así no perdería votos. No hizo falta llegar a tanto. A cuatro meses de gobierno el apoyo del Mandatario se erosiona.
En los primeros días en La Casa Blanca, el apoyo de sus votantes llegó a 96%, hoy ese número descendió a la mitad.
“No tiene apoyo de los demócratas y su número es lamentable entre los independientes. El drama es constante, su incapacidad para cumplir cualquier promesa y su incapacidad para aceptar la crítica ha provocado todo esto”, dijo a La Tercera el analista político, John Zogby.
Según Morning Consult, un 49% de los votantes de Trump lo aprueba “fuertemente”, versus un 56% que lo hacía cuando asumió el cargo. En un mes el apoyo independiente cayó en picada nueve puntos: de 38% en abril a 29% en mayo.
Los que desaprueban firmemente a Trump superan en una proporción de dos a uno a quienes lo aprueban.
El intento de los republicanos de aprobar la reforma para reemplazar el Obama Care, sumado al despido de Comey del FBI, que agudizó el Rusia Gate, son parte de los motivos de que el Presidente de Estados Unidos tenga una de las aprobaciones históricamente más bajas a nivel nacional. Sólo el 36% de los votantes registrados lo aprueba versus un 56% que lo rechaza.
Pero, a su base de apoyo todo esto le importa poco. En Ohio, Kentucky, Michigan y Wisconsin, alguno de los estados que fueron claves en su elección, sólo se habla de una cosa: trabajo.
Según varios periódicos y analistas estadounidenses, los votantes de Trump están preocupados que el gobierno ha cambiado de dirección. Sus partidarios comienzan a pensar que el candidato Trump es muy distinto al mandatario Trump.
La decisión de abandonar el Acuerdo de París no fue una medida para atraer nuevos partidarios, sino cultivar la base conservadora que lo llevó al Salón Oval.