Masacre en Siria: más de 1.000 muertos en una de las peores oleadas desde 2011

Según ONG, miles de sirios han sido ejecutados desde el pasado jueves, cuando se desató la mayor ola de violencia que se ha vivido en el país desde que comenzó la guerra.
Siria vive una de sus peores masacres desde el inicio de la guerra civil hace 14 años. En solo cuatro días, más de 1.000 personas han muerto en una ola de violencia sectaria en la costa del país.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), al menos 745 de los fallecidos son civiles alauitas, asesinados en 30 ataques coordinados. El nuevo gobierno de transición, liderado por Ahmed al-Sharaa, enfrenta su mayor crisis tras el derrocamiento de Bashar al-Assad en diciembre pasado.
Las fuerzas de seguridad, formadas en su mayoría por excombatientes islamistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), intentan retomar el control en Latakia y Tartús, bastiones de la minoría alauita y antiguos centros de apoyo a Assad. Miles han huido, refugiándose en bases militares rusas o cruzando al Líbano.
Ejecuciones en masa y una población aterrorizada
Los sobrevivientes describen escenas de horror. En Hai Al Kusour, barrio alauita de Baniyas, las calles están llenas de cadáveres. Hombres armados irrumpieron en las casas y ejecutaron a los residentes.
“Nos escondimos en el baño dos días, sin luz, sin movernos”, relató a BBC Rihab Kamel, de 35 años. “Cuando escapamos, las calles estaban cubiertas de cuerpos”.
Samir Haidar, de 67 años, contó que sus dos hermanos y su sobrino fueron asesinados. Aunque había sido opositor a Assad y pasó más de una década en prisión, no fue suficiente para salvar a su familia.
Los atacantes, identificados como islamistas leales al nuevo gobierno, pidieron documentación para verificar la religión de sus víctimas antes de ejecutarlas. “¿Qué culpa tenían los niños?”, preguntó Kamel. “¿También eran del régimen?”.
Un conflicto sin fin
La guerra en Siria comenzó en 2011 con protestas contra Assad, pero pronto se convirtió en un conflicto devastador. Fuerzas gubernamentales, islamistas, milicias kurdas y potencias extranjeras han luchado por el control del país.
Respaldado por Rusia e Irán, Assad resistió más de una década. Sin embargo, en diciembre de 2024, una ofensiva de HTS, exfilial de Al Qaeda, logró su derrocamiento. Desde entonces, Siria es un caos de facciones enfrentadas y represalias sectarias.
Los alauitas, grupo al que pertenece Assad, han controlado el poder durante décadas. Ahora, sin su protección, temen una ola de violencia.
¿Quiénes son los alauitas?
Los alauitas representan entre el 10% y el 12% de la población siria, mientras que la mayoría son musulmanes sunitas. Aunque nacieron del islam chiita, incorporaron creencias cristianas y tradiciones distintas, como la reencarnación y la Navidad.
Gobernaron Siria durante más de 50 años con los Assad. Tras la caída del régimen, quedaron expuestos a ataques y venganzas de grupos islamistas que los ven como aliados del viejo gobierno.
Llamados a la paz y falta de acción internacional
El presidente interino Ahmed al-Sharaa pidió calma en una mezquita de Damasco. “Debemos preservar la unidad y la paz”, dijo. Sin embargo, en Latakia y Tartús, la gente teme nuevos ataques.
La comunidad internacional ha reaccionado, pero sin medidas concretas. Geir Pedersen, enviado de la ONU, se mostró alarmado por las masacres y pidió evitar más violencia. La Liga Árabe condenó los ataques contra civiles y exigió protección para todas las comunidades sirias.
Mientras tanto, miles buscan escapar. Multitudes han pedido refugio en la base militar rusa en Hmeimim, gritando “Queremos protección rusa”. Otras familias intentan cruzar al Líbano antes de que la violencia empeore.
Un futuro incierto
Siria sigue atrapada en un ciclo de violencia y venganza. Aunque el gobierno de transición prometió una “transición inclusiva”, la realidad es otra.
Con más de 500.000 muertos desde 2011 y millones de desplazados, Siria sigue siendo el epicentro de una crisis humanitaria global. La paz parece un sueño lejano en un país donde la guerra no da tregua.