¿Cómo funciona el chip cerebral que será implantado en Reino Unido para los pacientes con depresión?
Un proyecto del NHS en el Reino Unido desarrolla un dispositivo de ultrasonidos para tratar enfermedades mentales como depresión y adicciones. Con una inversión de 8 mil millones de pesos, el dispositivo podría revolucionar el tratamiento de estos trastornos si los ensayos son exitosos.
Un proyecto pionero en el tratamiento de la salud mental se está desarrollando en el Reino Unido, liderado por el Servicio Nacional de Salud (NHS) de aquel país.
Y es que gracias a la inversión de cerca de 8 mil millones de pesos de la Agencia de Investigación e Invención Avanzadas (Aria), dicho organismo está desarrollando un dispositivo que, gracias al uso de ultrasonidos, podría tratar enfermedades como la depresión, las adicciones, la epilepsia, los trastornos alimenticios o los toc.
Este elemento será instalado en la parte inferior del cráneo, pero no afectará al cerebro, al utilizar la tecnología interfaz cerebro-computadora (BCI).
El implante cuenta con la capacidad de detectar la actividad cerebral detalladamente, para así enviar pulsos ultrasonidos estimulando grupos concretos de neuronas, con el fin de tratar las enfermedades deseadas.
Los innovadores beneficios del dispositivo
Al respecto, el director del programa Aria, Jacques Carolan, comentó a The Guardian que “las neurotecnologías pueden ayudar a un grupo de personas mucho más amplio de lo que pensábamos. Ayudar a combatir la depresión resistente al tratamiento, la epilepsia, las adicciones y los trastornos alimentarios: esa es la gran oportunidad que tenemos aquí”.
Pese a ello, la profesora de física médica de la UCL, Clare Elwell resaltó las dificultades que se tiene en cuestiones neuroéticas, aunque valoró los grandes avances médicos que permitirían implementar este tipo de herramientas para tratar enfermedades.
Sumado a ello, desde el equipo médico, son conscientes de algunos riesgos de la implementación de esta herramienta, como el calentamiento del tejido. Pese a ello trabajan para minimizar los efectos adversos.
Este proceso tendrá un ensayo de tres meses y medio donde participarán 30 pacientes. Para esta parte se privilegiará a quienes ya han tenido una cirugía cerebral, que ya se les ha extirpado una parte del cerebro, haciendo más sencilla la implantación del dispositivo. Dentro de este proceso se buscará comprobar si es posible modular el estado de ánimo y la motivación de las personas.
Si se supera este proceso, el dispositivo podría pasar a los ensayos clínicos a gran escala, para ayudar tratamientos específicos como la depresión.