En gran parte, la música chilena contemporánea no se podría entender sin los bajos y letras de Jorge González. Desde sus inicios en San Miguel, en plena dictadura, pasando por sus escandalosas separaciones de Los Prisioneros, hasta sus últimos años alejado de la música producto de sus problemas de salud.
Así, el artista nacional ha sido crucial en el surgimiento de nuevos músicos de las últimas décadas, no solo por su música, que experimentó desde el punk, hasta el new wave.
Hoy, el hombre detrás de himnos de la música chilena, como La voz de los 80, El baile de los que sobran, Tren al sur, entre tantas otras, cumple 60 años y a continuación te dejamos momentos inolvidables de Jorge González.
Ya viene la fuerza
“Algo grande está naciendo en la década de los ochenta”: así comienza el primer disco de Los Prisioneros, La voz de los 80′ (1984) y en gran parte, adelanta lo que sería la historia del trío de San Miguel.
Pese a estar en plena dictadura, la banda se las arregló para realizar canciones de protestas, aunque no excepto de peligros, con una serie de amenazas y acciones en su contra que se recrudecieron luego de que participaran en la campaña por el NO.
Así las cosas, los primeros discos de Los Prisioneros tuvieron una clara influencia de The Clash y el punk de fines de los 70, aunque con un claro toque chileno, con referencias nacionales y graficando el complejo momento que vivía Chile.
Al llegar los 90′ el trío sufre la primera ruptura y llega Corazones (1990), uno de los mejores discos de la banda, aunque muchos dicen que este, en realidad, es el primer álbum solista de González, ya que lo grabó prácticamente solo en Nueva York.
Simplemente Jorge González
Las polémicas de Jorge González son prácticamente incontables. Desde sus inicios fue ácido, criticando duramente a las bandas latinoamericanas por “copiarle a los gringos” (Soda Stereo), atacando a la dictadura, pero en su etapa solista debió enfrentar múltiples controversias por su vida privada.
Inolvidable es su conferencia donde presentaba la nueva formación de Los Prisioneros, junto a Álvaro Henríquez, donde consultado por una carta de Claudio Narea, desató su furia contra los micrófonos y todo lo que encontró a su paso.
Otro de sus momentos estelares del bajista fue en el regreso al Festival de Viña del Mar de la formación original en 2003 donde cantó de todo.
