Los peligrosos cambios que podrían ocurrir en la Cordillera de los Andes
De cumplirse estas proyecciones, que según el documento, llegaría a ocurrir entre 2080 y 2099, habría un cambio en el balance hídrico de los salares, lo que a su vez, generaría una modificación ecosistémica en la Cordillera de los Andes.
Una de las principales características de la geografía de Chile es su enorme e imponente Cordillera de los Andes, que atraviesa buena parte del territorio nacional.
En este sentido, una de las imágenes más bellas que se registran en nuestro país es ver las montañas nevadas luego de una lluvia, donde se puede ver la Cordillera en todo su esplendor, sin embargo, esto podría dejar de suceder.
El ecoclimatólogo e investigador de la Universidad de La Serena y del Instituto de Ecología y Biodiversidad, Álvaro Salazar, uno de los autores del estudio CMIP6 proyecciones de precipitación y temperatura para Chile, donde se realizaron una serie de alertas sobre los efectos del calentamiento global en la Cordillera, advirtió que la Cordillera podría cambiar drásticamente.
De acuerdo a las conclusiones del estudio, se podrían ver resultados “dramáticos” en la cordillera, ya que se pronostican un 30% menos de precipitaciones en las alturas de las montañas de Los Andes chilenos.
Esto se suma a que, de acuerdo al estudio, las temperaturas en aquel importantísimo lugar de la geografía nacional aumentarían en, al menos, un 5%.
“Por un lado, va a llover menos y, por otro, va a nevar menos, y que la poca nieve que habrá se derretirá rápidamente por el factor de aumento de temperatura, lo que redundará en una disminución de la disponibilidad de agua bastante seria para la zona central de Chile, y en específico en los valles”, detalló Salazar a Qué Pasa.
Las consecuencias del cambio climático
Sin embargo, esto no sería nuevo en la historia cordillerana chilena, ya que de acuerdo al experto, hace 6.500 años habría ocurrido lo mismo, donde “las precipitaciones se mantuvieron más o menos estables, pero hubo un fuerte aumento de la temperatura, y esto provocó justamente un desecamiento de paliolagunas, sobre todo en lo que es ahora la Pampa del Tamarugal, y que determinó la extinción de especies locales y la ausencia de asentamientos humanos -que está registrado por la arqueología- por lo que se esperaría que lo mismo podría ocurrir hacia fines de siglo”.
De cumplirse estas proyecciones, que según el documento, llegaría a ocurrir entre 2080 y 2099, habría un cambio en el balance hídrico de los salares, lo que a su vez, generaría una modificación ecosistémica.
“Entonces, si aumenta la temperatura va a haber un cambio en los flujos y la interacción entre los ecosistemas, porque se hace todo más cálido”, advirtió Salazar.
Cómo enfrentarlo
Pese a que el escenario se ve bastante complejo, el especialista señala que hay una serie de opciones para evitar un “desastroso panorama”: adoptar los modelos de disponibilidad de agua y de superficie de hidrología superficial o “evaluar cómo cambiaría la disponibilidad de agua de superficie y subterránea de acuerdo a estos escenarios, y bajo esa información, tratar de disminuir los efectos negativos de este escenario que los modelos proyectan”.
Además, comentó el ecoclimatólogo, el uso de vegetación, sobre todo la nativa, también ayudaría en la disminución de la temperatura, teniendo la capacidad de disminuirla hasta en 10°C.
“Si nosotros aumentamos la cobertura vegetal en zonas rurales, así como en cerros, lo que hacemos es generar que el suelo, que es una especie de esponja que constituye un gran reservorio de agua, mantenga el agua dentro de la misma cuenca y, no necesariamente esa agua se evapore rápidamente o escurra hacia el mar”, apuntó Salazar.
De hecho, el investigador va más allá, y afirmó que esta “es probablemente la única y más importante herramienta que tenemos para disminuir los efectos negativos del cambio climático en términos de la temperatura y de la conservación de agua dentro de las cuencas de nuestros valles y territorios”.