Si bien el independizarse es uno de los principales sueños de los chilenos y chilenas, agudizado por el déficit habitacional que experimenta el país, no todos lograr dejar la casa de sus padres o simplemente no desean hacerlo tan rápido.
De esta forma, hay un altísimo número de personas que, por distintos motivos, pasados los 30 años, aún viven junto a sus padres.
Así lo evidenció el estudio realizado por el director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica, David Bravo para Qué Pasa, que mostró que más de 790 mil personas de entre 24 y 30 años, aún no se independizaba en 2022.
Este número llegaba a superar el millón de personas si es que se observaba el segmento de más de 30 años, siendo el 9,2% de ese grupo etario del país.
Por una parte, el segmento analizado más joven evidenció una considerable baja entre quienes aún vivían junto a sus padres respecto al periodo entre el 2003 y 2020, donde alcanzó el 47,8% del grupo etario, mientras que en esta última medición, llegó al 40,9% .
Si bien las personas mayores de 30 años también se lograron independizar más, la verdad es que las diferencias son mínimas, ya que entre el 2003 y 2020, el 9,6% del dicho segmento vivía con sus padres.
Principales conclusiones
Una clara tendencia que se logró observar es que hay una amplia distancia de independencia entre los grupos socioeconómicos más avanzados respecto a los desfavorecidos.
Por ejemplo, aquellas personas de entre 25 y 30 años, en el quintil 5 (grupo de mayores ingresos) el 28% se mantenía viviendo con sus padres, mientras que el grupo más desfavorecido, es decir el primer quintil este número llegaba al 45,1%.
Esto mismo ocurre en el segmento de los mayores de 30 años, en donde los grupos socioeconómicos más favorecidos solo el 4,5% vive con sus padres, mientras que el primer quintil, el 9,8% no ha logrado independizarse.
Otra tendencia observada es que las mujeres tienden a dejar de vivir antes con sus padres, ya que el 36,7% de las mujeres de entre 25 y 30 años no se ha independizado, un 8,3% menos que los hombres, lo mismo ocurre en los mayores de 30 años, donde hay una diferencia de un 4,9%.
Por otro lado, la compleja situación económica del país, además de la inflación que generó un alza en el valor de las viviendas y los créditos hipotecarios, hizo que en vez de que las personas pudieran conseguir su casa propia, aumentaran los arriendos.
Las razones de irse de casa
Si bien se ha notado una leve baja en las personas adultas jóvenes que se mantienen en casa con sus madres, esta se debería, de acuerdo a los expertos, al aumento en los matrimonios y acuerdos de unión civil que se han registrado en los últimos años.
Esto haría que las personas decidan vivir junto a sus parejas, lo que, además, genera que se junten ingresos y sea más fácil convivir en otra casa.
Otro aspecto a considerar es que muchos de los jóvenes atravesaron la pandemia junto a sus padres, lo que generó la sensación de querer independizarse entre las personas, buscando mayores libertades y comodidad.