Que los planes no salgan como se esperaban o una situación compleja puede llevar a las personas a tener una mala reacción, incluso, desatando un ataque de ira, que muchas veces terminan de mala manera.
Es por eso que un grupo de científicos de la Universidad de Nagoya, en Japón, se embarcó en una investigación de años, con el fin de encontrar una herramienta para poder contener este sentimiento negativo.
Si bien los investigadores esperaban que los resultados sean buenos, logrando contener los ataques de ira hasta cierto punto, al finalizar su estudio, lograron dar con que, gracias a su método, habían casos en que la ira se eliminaba casi por completo.
Si bien, controlar emociones naturalmente parece ser una tarea bastante compleja, los expertos se propusieron buscar una solución a la ira con una herramienta bastante sencilla y muy fácil de replicar.
En concreto, los profesionales descubrieron que ante una sensación de ira, el anotar los sentimientos en un papel y arrojarlos a la basura, quemarlos o guardarlos genera una mejor recepción de emociones.
Los sorprendentes resultados
Para poner a prueba esta técnica, se les pidió a una serie de voluntarios escribir una opinión sobre problemas sociales importantes y estos serían evaluados por otras personas.
Las respuestas que se les dieron era bastante negativas y despectivas respecto a sus opiniones, independientemente de cuáles eran estas, haciéndolos sentir inútiles e ignorantes.
Estas reacciones, evidentemente, generaron molestia en los voluntarios, por lo que se les pidió que anotaran sus sentimientos en un papel. Algunos derechamente lo destruyeron luego de escribir, mientras otros lo guardaron o lo botaron a la basura.
Luego de este ejercicio, se les pidió que reflexionaran sobre la primera emoción que sintieron luego de ser insultados y lo que vivieron una vez escribieron sus sentimientos en los papeles.
Si bien todos revelaron que se sintieron mejor una vez realizaron el ejercicio, quienes botaron el papel o lo destruyeron, reconocieron que su estado de ánimo era prácticamente el mismo al que tenían antes de ser insultados, mientras que aquellos que lo conservaron, mantenían una leve cuota de enojo.