El rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, publicó una columna de opinión en el diario eL Mercurio, en la que reflexionó sobre la figura del expresidente Sebastián Piñera, quien falleció ayer luego del que el helicóptero que pilotaba capotara en el Lago Ranco.
La columna, titulada “Sebastián Piñera (1949-2024)” Peña destacó la vida política de el exmandatario expresando que “su vida estuvo, desde temprano, tanto por su origen familiar como por su vocación omnívora (esa que lo empujó a querer hacerlo todo), enlazada con casi el último medio siglo de la vida política de Chile. Cuando en el futuro los historiadores vuelvan la vista atrás, no podrán eludirlo y describirán sin duda su personalidad singular y el personaje político en que ella lo convirtió. Si, como se ha dicho muchas veces, las sociedades descansan su identidad en la memoria, no cabe duda de que Sebastián Piñera, ahora que su fisonomía quedó definitivamente fijada (esa es la única ventaja de la muerte, finalmente acaba el dibujo en el que cada uno consiste), será ineludible a la hora de narrar el transcurrir de las últimas cuatro décadas”.
Apuntando a que se destacará “su compromiso irrestricto y genuino con la democracia liberal, es decir, con la idea de que el poder se legitima por la voluntad del pueblo y cuenta con límites, la idea, en suma, que es tanto un modo de generar el poder como una forma de limitarlo. Sobre eso no hay duda y, tal como dijo el Presidente Boric, fue un demócrata de la primera hora, cuando la derecha estaba emborrachada con la idea de que la democracia debía ser protegida. En esto no se equivocó nunca. Y si bien alguien podría decir que es lo menos que se puede esperar de un político, habría que recordar que la derecha se enemistó con la democracia liberal durante décadas y que quien logró retornarla a ella fue justamente Sebastián Piñera. Esa es por otra parte la razón de por qué la derecha solió ver en él a un advenedizo o a un oportunista”.
Y destacó la importancia de “su compromiso con la idea de que había límites al poder que no podían ser rebasados, ni siquiera arguyendo circunstancias excepcionales, lo probó no solo en su oposición a la dictadura, sino cuando acusó a las fuerzas políticas que lo llevaron al poder de haber sido cómplices pasivos en la violación a los derechos humanos que se cometieron durante la dictadura. Por eso una de las heridas que se le infligieron, y de las que se estaba curando, fiel a su carácter resiliente antes de que la muerte lo interrumpiera, fue aquella de que había ejecutado violaciones sistemáticas a los derechos humanos”.
“Poseyó un sentido de la eficiencia y de la rapidez que no se encuentra, a la altura que él exhibió, en otros políticos del siglo XX o del XXI. Vio la política como un plan de emprendimiento, ese fue el secreto de su éxito y la razón de sus tropiezos”, argumentó.
Y Carlos Peña concluye diciendo que “Gracián observa, en “El criticón”, que hay gentes que no tuvieron el tiempo que merecían. Quizá sea ese el caso del expresidente Piñera. Y por eso a sus partidarios y quienes lo quisieron, que son sin duda muchos, solo les cabe esperar que si este no fue su tiempo, otro lo será”.